El superhéroe esconde algo, un ego de algunos, la justificación de otros tantos.
Si el personaje no es humano, cuenta con grandes poderes para enfrentar a enemigos proporcionales.
Si es de carne y hueso, con miles de recursos mientras vuela por el mundo llevando la infinita justicia.
El villano puede ser adaptado según la época histórica, llevándolo ante a un juicio entre las viñetas y portando los colores de la libertad en el traje con el que el héroe oculta su identidad.
Incluso se lo puede adaptar a través del tiempo, pasando de un mandarín a un fundamentalista y admitiendo el montaje escénico, con él que la última invasión se justifica.
El superhéroe es entonces un fraude, un invento de alguien que sabe que éste invierno no pasará frío pese a que los demás se congelen.
Después de todo no necesitan el combustible, en el desierto hace calor.
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