El único credo que tiene más fieles
que cualquiera de las religiones que existen,
el único que habla todas las lenguas
y que pone en plano de igualdad
al norte y al sur.
El único cuyo himno no está escrito,
que no tiene límites, ni banderas
definidas, pero su nombre está
en todas partes.
A la vuelta de las calles de nuestro barrio,
en La Boca, Núñez y Avellaneda,
en el corazón viola del Artemio Franchi,
en las calles de Génova, Napolés,
Vecchiano, Vicopisano,
sobre los médanos de Océano,
en la Ría de Ajó y Tuyú,
pero por siempre en nuestros corazones.
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