El alma se resistió
aun cuando el cuerpo
no quiso más, ella siguió
batallando contra los demonios.
Cuando las sotanas vinieron,
pensando en limitarla
con castigo eterno y flagelos terrenales,
ella siguió dando pelea.
Tal fue el enfrentamiento
que ni toda esa ciudad estado,
con tantos rituales vanidosos,
pudo construir un monumento
que eclipsara el fuego
que arde en cada ser humano.
Si por ellos fuera
el mundo seguiría en sombras,
convertidos los pensamientos en cenizas
y la voluntad amarrada en una celda oscura,
mientras invocan tu nombre
para sumirnos en la ignorancia.
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