viernes

Castillos de arena

Es la nuestra una batalla desigual contra un océano que se nos viene
encima y la única defensa es un muro de arena en la playa desierta.
Quiero pensar que no estamos solos pero esto no parece así,
la mayoría desiste y se deja llevar por la marea.
Algunos pocos no nos rendimos tratando de salvar los restos de la
escritura que se van borrando ante tanta agua.
Es más fácil dejarlo todo como está, unirse al resto para parecer
normal y asunto terminado.
Pero no, me niego a optar por ello pese a lo anormal de esta
conducta y aunque a nadie le importe.
Total los esfuerzos desaparecen en esta sociedad de momentos que
muestra lo mejor, una felicidad infinita e irreal.
Quier que quede algo de mí, no únicamente una foto vacía y esa
risa resumidas en una carita fría.
Algo que sobreviva en medio de tanta instantánea y culto a lo
efímero, un acto considerado bizarro por los modernos pero valiente
por algún loco que no duda a jugar al detective con tal de dar
una mano para que la fortaleza no sea arrastrada por la pleamar.
Lo malo es que la resaca deja neologismos que cercenan las pocas
palabras que conseguimos preservar.
A este texto le ha llegado su fin.

Apropósito

Sol sal de ahí que es hora de actuar
la lluvia no debe seguir siendo la
figura principal de esta obra,
es suficiente con la luna tomando 
el cielo en la noche para tener que
ver esto de día también
así que ponte el traje rojo
y deja de jugar a las escondidas
que quiero tu caricia en mi rostro
ajado.

1950 (Obdulio)

El estruendo es ensordecedor pero a él no parece
importarle, tras cerrar violentamente la puerta
se ha puesto a ajustarse los cordones mientras
silba una vieja canción rioplatense.
El golpe en la madera es el llamado para iniciar
la última puesta en escena, el clima afuera se
asemeja al de un coliseo sólo que los leones
celestes están por salir a dar vuelta la historia.
La multitud habrá callado al final y ellos deberán
huir con el trofeo del mundo escondido,
no sin antes pasearse entre los vencidos
con los que compartía más de una copa
compensando la ausencia en las vitrinas
del trofeo que llegará al final de la década.

Domingo Sanguinetti

La máquina deja un rastro de tinta y pensamientos
a un lado el viejo 38 y unos cuantos panfletos,
es el domingo de las elecciones y para algunos
el fraude es moneda corriente.
Un cartel en la calle llamaba a votar por
Palacios, enfrente los pibes jugaban a la rayuela
buscando una entrada anticipada al cielo.

El humo del cigarrillo rodeaba la radio de la cual
salían las descargas y mensajes contando noticias en
fragmentos que podían ser creídas o ignoradas
por la parcialidad futbolera más atenta al balón
que a cuestiones políticas.

El viejo Domingo siguió haciendo sonar la Remington 1920
hasta el atardecer, luego se fue de la mano de la
pequeña Ana a dar una vuelta por la plaza.
La rayuela yacía abandonada en la vereda,
los niños habían encontrado el camino del adulto.

Nos

Miren dentro de la pecera
al último de los locos
usando esa cosa que no
tiene cámara con la que
compartir un momento
de su vida para que los
demás le dejen un pulgar
arriba, pero por lo bajo
desean que ese asado
termine aguado y escupido.
Una selva de comedores
de cuerpos vivos,
educados en esto de sacar
ventaja y luego criticar
a otro que no es un ejemplo
pero sirve de excusa para
no cumplir ni una simple
regla.
A eso que llaman civilización
le sobran malos ejemplos
y le faltan valores.

Utopía (distopía)

Me dormí a la orilla de ese lago, desperté al oír el sonido de los remos para encontrarme con el barquero trayendo de regreso tu recuerdo.
Los cuatro hermanos vigilan el sueño eterno en una escena congelada, a la que el tiempo le devuelve su color. 
Todo aquello que no es oscila entre utopías y distopías, en una mezcla agridulce que queda al momento de despertar.

Libros (Pedro)

Ocultos bajo una pila de conocimiento cada tanto asoman a la luz del presente y ven las cosas pasar, para regresar una vez más a esa guarida llena de algo a lo que llaman libros.
Los de afuera vinieron un día de excursión y terminaron pegándose con las tapas duras, hasta que alguno rompió un libro dando lugar a la huida general.
La culpa la tuvo Pedro, tal vez por estar sordo y casi ciego para este mundo, aunque cuando se refugia en la biblioteca vuelve a la luz de sus épocas de niño. 

miércoles

Yendo en el tiempo

Yendo en el tiempo, 25 años atrás la computadora más cercana estaba a treinta kilómetros por un camino de tosca. Camino que se inundaba, se cortaba, era intransitable.

Para ir a la Secundaria había que viajar en colectivo todos los días, de lunes a viernes durante cinco años. Colectivo que entre otras cosas filtraba agua, filtraba tierra y las ventanas se abrían producto del traqueteo del camino. Es decir, actualmente es sencillo viajar de Reta a Copetonas pero 25 años atrás no. 

No había teléfonos celulares, sí públicos y algunas casas particulares empezaban a tener teléfono propio. Internet no existía y obviamente este tipo de dispositivos, léase celulares, tampoco. 
Así que ahora lo que hay son más elementos para estar comunicados, no conectados. Tal vez esa es la diferencia con las generaciones más jóvenes, comunicados no conectados.


Reta ha crecido

Reta ha crecido, 25 años atrás había otros rostros, otras calles y otros lugares. Eventualmente algunos de esos rostros ya no están y en su caso, aquellos que  éramos pequeños ahora somos grandes. 
El tiempo.

Pero más allá de ello y de ciertos adelantos el espíritu del pueblo parece indomable, siempre está. Uno puede volver en cualquier momento del año y reencontrarse con la paz.

Es principalmente el recurso central de este lugar, paz y esto podría aplicarse a otros tantos lugares. Copetonas, Oriente, Marisol, Claromeco. 
Paz.



martes

Luigi (Fe)

Es una tarde noche húmeda en la ciudad, apenas un pequeño grupo de personas se agolpa alrededor de un escenario improvisado con tres oradores y un montón de esperanzas. Una de esas almas es la de un sacerdote, cosa extraña dado que nunca me he acercado demasiado y para colmo la fe es algo más que un monumento que se eleva hacia lo alto.
Pero no estamos ahí ninguno de los dos por eso o tal vez sí pero nunca se me ha dado por indagar demasiado en estas cuestiones, aparte parecemos unos locos mientras el resto del mundo nos pasa con cara de "otra vez una manifestación".
Es que lamentablemente el centro de esa ciudad balnearia refleja ciertas maravillas pero esconde ahí donde las luces son más tenues un montón de pobreza. Y en esa época nos íbamos en bicicleta tomando la continuación de la Avenida Independencia hasta un barrio sumamente humilde para hacer apoyo escolar (lo irónico es que en la parte alta había una cancha de golf, la miseria siempre abajo).
En fin, estábamos ahí unos cuantos mientras otros tantos nos veían indiferentes, el viejo cura empezó a hablar cuando le dieron la palabra y yo le creí algunas cosas, uno busca algo en que creer pero luego se termina desilusionando. Cosas de la historia y la vida cívica argentina, no soy ni seré el primero al que le hicieron el cuento.
El acto fue breve, había mucha niebla y la civilización trataba de esconderse para que no viéramos sus puntos flacos, ahí en donde las palabras se quedan en la nada y la miseria te aprieta la panza. 
Me quedé con la imagen de un anciano tratando de transmitir un poco de la fe que yo ya no tenía, a veces cuando arrancaba temprano a laburar me encontraba con él hablando temprano por la televisión. El mundo dormía afuera pero él se encontraba lucido y siempre manteniendo la misma cadencia. 
Y un día simplemente desperté con la noticia de que había partido, de que irremediablemente el tiempo nos pasa a todos yendo a ocupar el mismo lugar que supo ocupar antes esa persona, pero sin la misma fe. Tal vez un camino de desesperación esperando un milagro que requiere como fuente una inmensa fe, algo que no poseo.
  

viernes

Amándote (10 años en Blogger)

He aprendido otras formas intentando no mancillarte con cada trazo sobre el papel, trasladado luego a estos ámbitos y revisando demasiadas veces el camino recorrido.

Te amo desde el primer día antes de que siquiera supiera que esto es parte de mí, levantando éste enorme castillo frente a tantas violaciones a nuestro lenguaje e intentando ser fiel a las enseñanzas de los que estaban en el mismo camino.

No puedo definirme como un escritor, sería faltarle el respeto a tanto exponente del género pero la locura por las letra nos vuelve hermanos. Lejanos, pero hermanos al fin.

Y es por eso que en estos 10 años de estar aquí, aunque son más que sólo una década, he ido puliendo el método y dejándome llevar por la correntada buscando otras aguas, otras costas en las que nutrir un saber que se me antoja infinito.

Desde Julio y Jules hasta Angélica, pasando por el excelso Kraspo, Valerio, Louise Cooper, J.R.R. y tanto genio que ilumina el camino, el mismo que recorremos cada mañana de norte a sur para hacer esa puesta en escena de la otra "cosa" que amo tanto como escribir.

Salud.