Y así como tantas otras cosas, el día llega a su fin, debiendo estar conscientes de ello porque precisamente nuestra existencia se compone de horas y de sangre aunque algunos crean que es por siempre, simplemente no se trata de amarrocar para ser el más rico que se ha ido sino dejar nuestra huella en los demás, algo que requiere sólo una cosa: honestidad.
Pero a la vista de las cosas los políticos y otros tantos cipayos han olvidado esto último, en lugar de debatir acerca de cómo se las ingeniaran para jodernos otros dos años más no sería mejor que de una vez por todas se den cuenta de que con “asistencialismo” y “críticas al asistencialismo” no vamos a ninguna parte.
El trabajo dignifica, siempre y cuando estés registrado, tengas obra social, labures ocho horas, goces de descanso semanal, vacaciones pagas, seguro laboral y parece ser que alguien confundió todo esto con “un plan de emergencia social”.
Como te lo da alguien no es una conquista, entonces es fácil meter el voto en la urna cuando en realidad estás decidiendo el futuro de tus descendientes, vecinos, amigos, compañeros de trabajo (y/o beneficiarios de un plan social). Pero parece ser que si vos votas a uno y no a otro no pasa nada, el problema es el millón de votantes que piensa lo mismo.
En lugar de cortar boleta miras la figurita que encabeza la lista, la que tiene bien puesto el nombre de “lista sábana” dado que nos acuestan cada vez más seguido. Así están las cosas, unos por poder y otros porque no pueden, pero todos tratando de perpetuarse mientras cada generación se olvida de los derechos que tiene como persona.
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