I) Mar.
Algunos ven realizadas
sus ansias de poder,
colocándose por encima
de los demás.
El océano sigue corriendo
aún por debajo de los pilotes
en los que ellos levantan
su egoísmo y vanidad.
Abajo, los sueños más humildes
son castillos frente a
la marea que amenaza
con derrumbarlos.
Pero aun así sólo representa
el paso por esta vida,
los poderosos no están conscientes
encumbrándose sobre deseos
de más, pero desatentos
que al final el mar
barrera con ellos.
II) El viento y el mar.
Sur, ráfagas heladas vienen desde Reta
llevándose la tormenta hacia otra parte.
El viento y el mar, heraldos del oasis atlante,
traen la canción de la nostalgia
del pago que yace aguardando
a que sus hijos vuelvan.
Anoche matamos las penas con José,
el las del lejano México y yo las de mi alma
que estaba en la distancia, allá en Océano.
Y al final en éste anochecer dorado,
pura tequila, limón y sal para ahogar
el dolor que sentimos de estar lejos de casa.
Ahora el viento trae de nuevo la tormenta
mientras el mar le ruge al mundo,
los dos nos unen con el lugar del que venimos
y que ha quedado guardado como una
canción en el corazón.
III) Más allá.
Se detuvo en la playa
depositándola suavemente
sobre la arena seca
justo al mediodía de esa mañana.
Ella dormía serenamente
acariciada por el viento,
mientras él se sentó
contemplado la inmensidad
del océano rompiendo una
ola tras otra sobre esa costa.
El cielo prolongaba esa inmensidad
ni una sola nube alteraba
la continuidad celeste,
debía existir algo más allá
o todo sería en vano.
Recordó la primera vez que la vio,
cuando ella sonrió solo para él
quemándolo en el alma
sabiendo que estaban destinados.
Ella se había ido esa mañana
pero parecía dormir,
él le dio un último beso,
la cargó suavemente
y se dirigió hacia el mar.
IV) Marea.
Como un océano
la vida absorbe todo
lo que le arrojan
y lo devuelve moldeado,
piedras por guijarros,
años de existencia.
Al llegar a la orilla produce
su marca, no importando cuan
grande el ser humano se crea.
Así es como cada uno de nuestros
actos se ve reflejado, alcanzándonos
tarde o temprano esa marea
llamada consecuencias.
V) Mar II.
Y me voy,
huyendo de todo
hasta que la costa se termina.
Entonces sólo queda el mar
atesorando los recuerdos,
no hay donde esconderse.
Él, que guarda todas las historias
de antaño, guardián de las cenizas
de los que se han ido,
le trae la calma a mi
alma atormentada.
VI) Desde la costa.
He visto los retoños de las personas a las que amo
crecer bajo la luz del sol, que de un manotazo
borra la niebla que oculta aquella ciudad.
Incluso la más lejana parece disiparse
en la costa de aguas claras, más al oeste
pero no menos presente por ello.
Su calidez ha sido el fuego con el que me he
mantenido tibio todos estos años,
esperando a que la marea cambié
para poder iniciar mi peregrinación
hacia el lugar que nos unió por siempre.
Los días pasan,
el asedio continúa.
Parece ser que la señora
no se da por aludida,
invocando a sus fantoches
para que hablen por ella.
Ya la realidad no aguanta
ser manoseada por tanta corrupción,
el amanecer viene en un día de diciembre
en el que finalmente han de irse.
¿O será más de lo mismo?
Barajo,
todo empieza de nuevo.
Parece que en esta mano
tampoco tendré la suerte
que merezco.
Siento como que estoy en la
parte baja del reloj de arena,
a mi alrededor la escena cambia
pero yo sigo teniendo la misma sensación.
Caminando bajo la lluvia,
con el viento frío del este
golpeándome el rostro
y buscando que el sol salga finalmente.
Una pirueta, el grito de gol
surge de las gargantas como
si una horda de demonios fuera liberada.
Los abrazos, las camisetas que se funden,
vencedores y derrotados completan
el paisaje que la lluvia desdibuja.
Tanto festejo
por ese circo montado
desde que el dinero fue inventado.
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