Cruzaron el océano
dragones dejando
una estela de fuego y destrucción,
apagando la llama
una burla del destino.
Azotaron los puertos del invasor,
destruido en un instante
nunca supo que lo causó.
Mis ojos son cientos
todo lo ven desde el cielo
aunque parezca uno,
tus trucos no te servirán conmigo
pues soy el martillo cayendo implacable,
guiado por la mano de acero
llamada castigo.
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