miércoles

Tengri

Un loco camina en la lluvia, 
los proyectiles le impregnan la vestimenta, 
el paisaje se torna a color 
en medio de la oscuridad reinante. 
Un chispazo deja ver 
el trabajo del arquitecto 
haciendo sentir pequeño al de abajo, 
deseando no ser más que una gota 
en eterna caída así la esperanza 
no culmina en un impacto.
Exhibe sus venas, 
el laburo de los dos brazos, 
la voz poderosa 
y como la cabellera eléctrica. 
Se enrosca entre los cables 
zarandeando la osadía de levantar 
algo sobre el suelo, 
suspira pasando de largo 
en busca de dejarle el recordatorio 
a otros tontos. 


Evolución

Medio kilo, con eso debería funcionar y el siguiente en la cadena vendrá a reclamar su parte. Un número escrito a mano o previamente impreso será el salvoconducto para poder pasar por este rito. Es poco que sabe a demasiado, enseguida la hoja hace a un lado los ojos de manera que el alma pueda volar tras la operación cuya etiqueta de masacre es ocultada. En sus versiones refinadas los comensales no ven esta parte del proceso así que los pequeños pensarán que se trata de algo mágico, sobre todo la forma con la que el plato roto es repuesto o un nuevo bocado aparece sobre la loza inmaculada. Los dedos que la han traído esconden las manchas del crimen perpetrado, para mantener el suministro funcionando cientos deben ser sacrificados. La luz de los escenarios se mantiene a base de combustible carmesí, por si acaso han conseguido suficientes bolsas negras para hacer juego. Flashes, imágenes en blanco y negro, la lengua universal invade los tubos haciendo que millones repliquen el mensaje. Un moño rojo le sirve de prefacio a la próxima obra de las marionetas, danzan ante las cámaras conservando sus cuerpos imperecederos y son transmutados al papel que no sirve para encender nuestras fogatas. No calentará a nadie salvo por el hecho de dejar fríos los leños, la bienvenida sabe a estupidez así que nada de perder el tiempo contigo excepto por el crucigrama al final que será resuelto en la edición de mañana dado que al mundo hay que ayudarlo. Venderle la basura de arriba a los que viven en el fondo para generar una dependencia que no sabe de límites, las nuevas colonias se levantan en tanto los derechos son pisados sin misericordia. Bajan pantallas así como las páginas de esos idiomas locales se llenan de neologismos, viene el veedor a controlar la marcha de esta cosecha siendo que alguno ha de terminar limpiando sus platos en la dimensión boreal. Disimula con una caricia en los rostros púberes pero el pañuelo le recubre el olfato, cosa de que ningún hedor le llegue arriba para así mantener a la belleza impoluta. Algún nombre parecido a los propios reemplaza a los foráneos de manera de darles cabida en el proceso de adaptación a la civilización, el pasaporte incluye copas y retretes pero se lo denomina adaptación. Los mojados ya están secos cuando le levantan un muro a los de enfrente, estos han jugado a pasar una pelota por entre las hendijas hasta que el balón ha sido confiscado. Ahora el moderno gladiador lleva la marca de una consola recién sacada del horno, sustituidas las armas por unas cuantas reglas que impiden sacrificar a los vencidos pero se permite el escarnio público replicado por individuos que no transpiran la camiseta. Vuelan los insultos así el vulgo se siente partícipe, curando la ignorancia con las cuentas anónimas hasta que alguno obtiene el título de troll y le hace honor a su semejante de aquí al venderle los servicios al mejor postor. Enseguida salen esas noticias publicadas como verdad (con los pasadores de las mismas bien entrenados) aunque se trate de una gran mentira sin patente, inventar un problema y al causante que justo es el otro. De esa forma uno es infalible, no hay culpa ni autocrítica en el discurso de justificación del modelo que únicamente ha traído dicha al pueblo. Se quitan las vías que conectan poniendo unas que son invisibles, la nueva droga genera una dependencia nunca vista dado que alcanza cualquier rincón del globo. Se mete hasta en las canciones de las hinchadas para las que vale sólo el color partidario, con los personajes adaptados a las circunstancias aunque nunca practiquen éste deporte sangriento en esos lares. Los héroes de aquí son sacados del campo de juego e inmediatamente se entregan las capas y los rayos láser que se han puesto de moda otra vez. Pero nada de esto nos ha de salvar dadas las circunstancias, las técnicas de aniquilación son impotentes ante el ataque invisible aunque se asemeja a un producto de laboratorio. Ninguna espada forjada por Hefesto podrá detener al monstruo, en los oasis la humanidad pudiente observa desde el ágora el avance de la enfermedad a la vez que los terrenos fértiles quedan sin dueño. Las adicciones de sus descendientes pasan por otras áreas, alejados de aquello que genera la dependencia lumínica pero con idéntico agujero en lo profundo. Los autómatas son buenas niñeras colocando únicamente momentos de dicha en los recuerdos y disfrazando la ausencia de esos que generan millones para darle más elevación al ego ya que es inmaterial y hay que compensar su condición etérea de alguna forma. El tren sigue su marcha mostrando la belleza del mundo que apesta a contaminación, a regentes de corcel y uniforme como resabios del Medioevo. Con interminables listas de princesas de diversas etnias aunque las cobrizas llegaron tarde al reparto de manera que la discriminación positiva es una farsa. Es más fácil la venta de esa condición privilegiada que generar un ambiente en el que las personas puedan desarrollarse, por las dudas vienen los regalos para sectores pequeños que segregan a los demás. La bandera de la intolerancia se planta en cada marcha reivindicando la causa, sin saber cuál es esta. Las personas no tienen voz, aunque el tratado diga otra cosa nos han mentido con descaro ya que la condición de libres está sujeta a tener que vivir tributando. Cargando los cartones y con ello la casa que filtra la lluvia o poner la carne para que el sistema nos drene la vitalidad hasta que nos quede la memoria vacía. El esclavo moderno ve las cortinas de su existencia descender por ya no ser útil, en tanto los beneficios se los llevan aquellos a los que ha servido bajo el rótulo de relación de empleo. Incluso los excluidos de la sociedad forman parte de ella por ser usados a través de las décadas, validan con su presencia al tirano moderno que se dice electo en tanto del otro lado nunca han visto a un pobre. Todos metidos en el bolillero a la espera del examen que decida su suerte, en el extremo alguien que de esto no tiene ni noticias elige el último capítulo que comprar en el estío. El agua que corre bajo este suelo es una reserva mundial al igual que otros recursos, pero los que moran ahí no lo saben todavía. Su fortuna no es tal a juzgar por la pobreza que los rodea mientras las máquinas de esas corporaciones internacionales dejan polvo y piedras, no hay resistencia alguna salvo por el hecho de no morir ante la basura que nos arrojan. La exterminación sigue su curso con el consentimiento de diversos ciudadanos que reciben el nombre de gobernantes, entregando pedazos del futuro de las próximas generaciones por no decir todo. Con más personas en la calle si no se aprovechan de esa condición para mantener el orden preestablecido en tanto la bola vuela sobre el terreno helvético y el eco aquí es el de la exhibición de posesiones, por acumulación de riquezas en el mercado o el saqueo sistemático y generalizado contra la población civil. La anestesia viene de diferentes formas, hasta han dado con un método de represión por el miedo al otro ante un enemigo que no da la cara.  Dibujando números para hurtar en forma calamitosa, los opuestos critican pero con una mísera gota de poder mostrarán lo que valen. El circo de los representantes de los giles se pone al frente de la defensa de los derechos laborales y se llenan los bolsillos hasta que el oro les cuelga, rebalsando para tintinear sobre el pavimento. Ahí alguno se alimenta de las migas verdes y toma el agua contaminada de corrupción. La autodeterminación consagrada en esos dos pactos es papel picado, todo lo que sigue viene con idéntico derrotero cuando una fuerza colosal le dobla la mano a los de la segunda dimensión. Desaparecido el muro se levantó uno parecido aunque sin la presencia física siendo que no hay lugar para todos los seres humanos. Echado de tu propia casa con la disposición de desalojo que lleva la rúbrica de los cinco, setenta y cinco años que serán cien con el verso de lograr la paz en el mundo aunque sea una distopía casi tan igual a esa declaración de libres e iguales. Poco de respeto ante tanta agresividad que muta en la pantalla según los años corren, antes los de rojo y luego los fundamentalistas. El único peligro viene de las estrellas con las cuales el imperio encuentra parangón hallando siempre una solución ante la atónita mirada del mundo que ve al ombligo de la humanidad y lo envidia, siempre en el lenguaje de los pueblos unidos. Hasta lo profundo del espacio llega el idioma, devuelta la invitación con la declaración de guerra y la feria de armas es un éxito total. Una buena exhibición de lo último de lo último en cuanto a tecnología de devastación, probada sobre blancos que no representan peligro alguno excepto por ser rebeldes e insurgentes. La publicidad es barata al lado del costo de cada dardo armado hasta darle a algo, el silencio no siempre es salud a juzgar por los caídos que sólo cuentan para poner el nombre en un muro. Luego viene el premio para enviar más y más a culminar enloquecidos o tullidos, la marioneta puede cambiar de apariencia pero los hilos del poder son los mismos. Nos mintieron, les creímos y así está el mundo, una enorme cárcel con los sujetos confinados en sus casilleros sin mucha posibilidad de salirse. Es un laberinto de plástico con recompensas que te ponen a dormir al igual que el resto, el botín se lo llevarán aquellos que ven la deuda engrosar hasta ser impagable incluso cuando los fondos no van a donde deben. No hay responsables excepto uno mismo, la invasión tiene otras formas iniciando por la económica que corta cualquier posibilidad de desarrollo. En caso de duda los privilegiados pueden ejecutar actos que supriman las libertades de otros, a esos otros y sus demás derechos siendo que respirar es un beneficio caro. Entonces se puede ir en contra de los propósitos de los demás que son actores de reparto sin voz ni voto. El silencio en este caso es salud, los anónimos no cuentan en tanto las detonaciones están al otro lado del océano en un sitio sin salvación posible. Las cabezas gachas acompañan la matanza, por acción directa cuando no por entrega de aquellos que confunden los deberes para la comunidad con el beneficio propio. Esas obligaciones implican no robarle, no estafarla ni esconder el delito con otro crimen y sobre todo no seguir apoyando al ladrón. No escudarse en el amparo de una ley creada sólo para que la sigan los que ponen el lomo, no limitando a los que la gestan como tampoco existe rendición de cuentas. Por las dudas las castas administrativas se aseguran no dar pie a desafuero alguno, de cambiar la bandera partidaria recibirán igual trato de manera de seguir beneficiándose del resto (la mayoría).  Tampoco existe un orden social e internacional en el cual se hagan efectivos esos derechos declarados pero no consagrados de ninguna forma. A la guerra siguieron otras guerras y el mismo espectáculo de siempre iniciando por la excusa para poder llevar adelante la invasión. Para que no suene a algún hecho aberrante se la denomina de otra forma, un eufemismo como el caso de ataque preventivo, reducción de células peligrosas o un código en clave que indique la búsqueda implacable. Al mundo, que mira sin interés, se lo convence fácil cuando los paladines llevan adelante su cruzada a sangre y fuego en un territorio lejano a sus fronteras así como a las de sus protegidos que no pidieron tal escudo. En las cintas pasa lo mismo, lo único que los masacrados son un puñado de PNJ que por casualidad hablan parecido a los defensores del orden mundial. Tal vez sea sólo un tema de entendimiento, a lo mejor en el fondo somos iguales una vez que los pedazos se han asentado. Más bien parece un desorden mundial con unos pocos en condiciones de llegar al final del siglo, en tanto el resto se convierte en una minoría que queda afuera aunque seamos la gran mayoría. Los nuestros han contribuido y nosotros también, el ambiente necesario para poder alcanzar la plenitud de los derechos que poseemos dada la condición de personas nos es negado con paliativos eternos que no solucionan la desnutrición, la mala enseñanza (educación=familia), el trabajo precario (decir negro está vedado por la academia del idioma universal), el analfabetismo, la carencia de memoria más allá del bienio y el agrafismo (la solución a ello es el uso de la “e” en reemplazo de la “o”).  No quedan fuera de esta lista los actos perpetrados para vaciar las arcas públicas ni aquellos que no dan el ejemplo poniendo sus bienes a resguardo en el exterior (pero piden el voto de confianza de los demás para que estos cumplan lo que ellos no). El seguro denominado poder judicial es apenas una marquesina, si dijera rotisería no habría diferencia alguna excepto porque esta última te llena el estómago sin vaciarte la esperanza. La educación para fortalecer el respeto de los derechos humanos ve a las violaciones de todos los días como algo menor. Cualquiera de las afirmaciones a lo largo de las últimas décadas son papel mojado, dejadas de lado una vez que el cetro ha sido entregado y el mandamás se sienta en el sillón del primero que inició el despilfarro. La vida y la libertad sin condiciones económicas, sociales y culturales (sin todo eso que permita ejercerlas de manera plena) son un enunciado. Las malas intenciones saltan a la vista, la reiteración de los intentos de resolver los mismos problemas de siempre muestra el único interés detrás: cuanto más pobres más simple la tarea. La conciencia ciudadana requiere una buena alimentación siendo difícil cualquier actividad con las tripas pegadas al espinazo. La instrucción elemental es deficiente y no es gratis dado que alguno carga con los gastos, la nueva droga viene en formato de rectángulo quitando cualquier posibilidad de atención. Después el vetusto docente es enviado a hacer su repertorio como payaso de circo, con un sueldo miserable y el gordo sindicalista hablando de derechos en el caso de que el gobierno sea contrario a sus intereses. Al llegar a la secundaria aparecen los huecos en la construcción previa, los vicios redhibitorios que surgen sin responsable alguno. Acceder a los estudios superiores y encontrar trabajo, es un descenso a los infiernos. Los pedales drenan la fuerza vital con pedidos interminables que son satisfechos por las hordas de uniformados, un puñado de monedas que ruedan de la pila y la pala mecánica carga la fortuna rumbo al espacio exterior. La miseria es bien de este mundo y se queda abajo, constituye la moneda de intercambio para casos de maternidad, infancia y vejez (ergo, excluidos). En otros tonos hay desnutrición, hacinamiento, harapos y enfermedades, con unos minutos de descanso para volver a yugarla (es cierto lo de las cadenas mentales). No hay condiciones satisfactorias de trabajo, uno es un reo armándole la pirámide a un faraón moderno que ha guardado sus tesoros en alguna isla o en esa dimensión de neutralidad moral en donde no preguntan de dónde vienen los fondos. También es basura, en parte, eso con lo que nos alimentan por no agregar otro caso más a la pila de chatarra que nos venden en cualquier aspecto, sea de marca o una imitación barata. Las banderas de las conquistas actuales no son de ningún ejército sino de algo semejante a un pedazo de carne aplastada y un trozo pintado de verde que emula a una lechuga aunque su identidad sea un misterio. Al cuadro depresivo se le suma la seguridad social que es sinónimo de laburar (lavoro/laburo) para tributar y no ver un mango luego. Salvo el del sepulturero una vez que se verificó la ausencia de cobres en los bolsillos, ahí la mortaja puede ser eliminada finalmente. Todo ello ha sido sin embargo un acto adrede, una espiral de repeticiones constantes de hechos parecidos denominados voluntad popular.

Las conclusiones son evidentes:

Lo pacífico desaparece cuando al dueño del arsenal se le antoja (semejante al berrinche del propietario del balón pero con un daño mayor que únicamente dejarnos sin el partido).

Pensar sólo si es posible y guardárselo para uno.

Expresar implica pensar.

La propiedad puede ser invadida con la venia de los vendedores de perdones y/o los creadores de aplicaciones. 

La sociedad impone amontonamiento humano y cargas tributarias.

Algunas nacionalidades valen en tanto que otras no.

Asilo equivale a aíslo y devuelvo.

Circular es un privilegio, la mayoría estamos atados al suelo como elefantes de circo.

La privacidad es cada vez más pública.

¿Presunción de inocencia?

La arbitrariedad es la regla y no admite excepciones.

Los recursos judiciales no son efectivos ni eficaces, eso sería un milagro.

No todos somos iguales ante la ley.

La personalidad jurídica no aplica en el caso de los detenidos por razones de seguridad.

Ídem para los tratos crueles basados en la justicia infinita.

Vivir es cuestión de suerte.

No tenemos ninguno de los derechos proclamados en razón de las diferentes distinciones que se hacen.

No nacemos ni libres ni iguales.

Pero aún hay esperanza, ¿no es cierto Pandora?

PD: el progreso científico implica comprarle todas las dosis al primer oferente y que el resto se joda.   

Enlace: https://anchor.fm/p-g-fiori/episodes/Evolucin-eq8s0d.