jueves

R1

Tus ojos hablan
de un cielo radiactivo,
amarillos y acuosos
duermen en la mirada perdida.
¿Dónde está tu tierra?
Buscan los ojos una sombra
austera y pacífica.
¡Migra del dolor!
Destapa tu dolor dormido
y mátalo.
Basta de arrullarlo en penas
silenciosas.
¡Grítalo!
Y mátalo.

J. M. Romero.

sábado

Artesanos

Llueve, por primera vez en varios veranos las tormentas han vuelto. Eso y los cortes de luz, sin embargo esto no detiene el torneo de videojuegos que se disputa en el quisco de Puricelli. 
Los gritos que se hacen más fuertes cada vez que viene el apagón son engullidos por el sonido del generador al accionarse, hasta el mar aparece eclipsado esa noche.
En una casa apartada del centro Mirta lucha contra una gotera que parece evadir la membrana nueva que tanto les costó, para que con la primera llueve descubran que el trabajo estaba mal hecho.
El viejo Antonio sigue trabajando el cuero, en la casa de al lado se escucha una maza cantar sobre las piedras que son molidas y amontonadas.
Cuando la tormenta crece hasta ese sonido se apaga, sólo el carro corriendo por los cielos y llenándolo de venas ígneas. 
Pero a eso de las 21:00 horas todo se ha apaciguado, apenas un leve repiqueteo sobre la losa y el balde que acompaña esa canción al recibir las gotas de la filtración.
_¡Petisa! Todavía podemos ir al puesto, grita Antonio.
Y los dos artesanos salen en el viejo auto que les sirve de carruaje para los días de lluvia, eso y una eterna constancia.

miércoles

No alcanzó

Dos manos y una mente, mis pies me llevan a donde yo quiera,
si no hubieras querido que lo intente al menos, no tendría
el conocimiento que poseo, que aunque pienso que es poco
en la mayoría de las ocasiones sirve para la situación y punto.

Tampoco me consuela el hecho de que esto sea así
no bastó con el esfuerzo esta vuelta y una vida se ha ido,
sé que prometí dejar el trabajo detrás de la puerta de la oficina
siguiendo con mi vida, un tanto indiferente y otro tanto cansado
de tanto papelerío que parece no conducir a nada.

Lo sé pero eso no me consuela ahora, es como haber ido todo el partido
y a la primera oportunidad te encontrás perdiendo,
las excusas sobran como también la inoperancia de un sistema
que trata a las personas como números a la espera de que abandonen
la fila y este mundo que los ha visto padecer.

Olvidan aquellos que integran cada uno de esos lugares
que su vida es tan perecedera como la de cualquiera de nosotros,
pero por las dudas no se dan por aludidos
no sea cosa que tengan que seguir manteniéndonos con vida.