miércoles

Pibes

Los niños corren por las calles
que los adultos dejamos agrietarse,
entre los restos de los árboles
que nos dieron sombra de pequeños
y los despojos que conforman 
todo lo que ya no nos sirve.
Vemos al mundo a través 
de un cristal opaco,
ellos lo miran con esos dos faroles
inocentes de quienes aún 
no han perdido las ansias de jugar.
Y así van las cosas,
artífices de una nación
de la que esperamos no dejarles
sólo los restos de tantos naufragios.

Hay tanto

Hay tanto cuerdo en el mundo
que a uno lo tratan de loco
de golpe a porrazo,
tantos individuos con buenos modales
tan inmorales que esconden
detrás de su vestir elegante
la misma inmundicia de la basura
y sin embargo piden mil perdones
los domingos, aunque mañana
lo volverán a hacer.

Plástico

Ni una brizna de pasto, ni un poco del viento de la mañana, 
todo parece haberse vuelto de plástico. 

Es así que nadie lo nota, 
en medio de éste paisaje urbano materialista de fin de año.
Y del resto del año.

Ningún lugar en dónde respirar aire puro ha quedado, 
todo se ha vuelto adquirible en una gran vidriera 
en la que se rematan como fin de temporada sueños y esperanzas.

Por siempre

Decadencia
mientras no decimos nada,
palabras vacías a través de una caja muda.
Imágenes,
da lo mismo tanta frivolidad
que ver niños con hambre,
después de todo cambiamos de canal
y hay un mundo feliz.
Nada nos permite ver el sufrimiento del otro,
seres anónimos lejanos tras el cristal
que están a la vuelta de la esquina.
El sol sale para todos,
esos dos ojos azules lo olvidaron
una noche condenándonos al destierro,
pero ignorando que la ayuda vendría 
de lo único leal hasta el fin.
Somos uno solo
sosteniendo en nuestra mano
ese fuego imperecedero llamado
AMISTAD.

Otra

En la otra dimensión somos amigos inseparables,
amantes ocasionales entre el humo del cigarrillo
y esa cosa de tener todo bajo control,
atmósfera que parece rodearte como un halo.

En la otra dimensión somos un par de desconocidos
que se cruzan todas las tardes en una plaza,
el mismo día a la misma hora
y se dicen adiós demasiado deprisa.

En la otra dimensión le llevas flores
a la piedra que recuerda a un viejo soldado,
al que dijiste que amabas pero no puedes saber
cuándo fue la última vez que sentiste algo parecido.

En la otra dimensión dibujo caricaturas,
trazando historias como una espada traza
el aire en la batalla que se desata entre recuadros
y parece ser que estoy dibujando mi propia existencia.

En la otra dimensión no existe el tiempo de las despedidas
porque tras el adiós nos volvemos a encontrar,
en una foto, en la sonrisa de un hijo, una hija.

En la otra dimensión es en donde finalmente 
nos decimos te amo.

Maná

La lluvia ha vuelto, trayendo finalmente el maná
con el que he llenado mi cantimplora.
Las rocas me han herido las manos, la espada
pesa  demasiado y cada tanto en éste
ascenso hacia la cumbre encuentro algún
caído, dejando sólo un mar de cenizas.

He visto al océano reclamar lo que alguna
vez fue suyo, a cientos, miles de almas
sumergidas en la oscuridad y la mano
bondadosa de nuestro Padre admitiéndolas
en su seno, por el sacrificio del Hijo.

El camino se ha hecho cada vez más empinado,
aún cargo conmigo las páginas que ella me
obsequió hace tantos amaneceres y las leo
al reparo de la ventisca que ahora sopla,
gélida, congeladora de los réprobos.

Negras nubes cubren el horizonte, el sol
parece haberse ido finalmente y una noche
eterna cae sobre el mundo, aunque la
luna me da la esperanza de que no es así.

Me apretujo la capa contra el cuerpo,
mis ojos pueden ver a las sombras cobrar
forma y a mi espada volviéndolas vacío.
Cansado de la batalla no me he dado
cuenta de que estoy tan cerca de mi destino,
pero ahora necesito descansar un poco
y soñar con ese lugar cálido al que llamé
hogar, entre tus brazos.

Entre las ruinas del templo yace deshojándose 
lentamente un antiguo manuscrito 
sobre lo que queda de un pedestal y 
la espada allí apoyada no es más que 
herrumbre del pasado.

Su portador la cedió al final de los días 
cambiándola por un cayado y comenzando el
descenso mientras observaba el nuevo mundo, 
el eco de sus sandalias retumbó como
el océano primitivo que se alejaba lentamente 
de las costas dejando vida nueva a su paso.

Octavo

En el octavo día el hombre deseo lo que su hermano tenía, 
no pudiendo alejarse de ese brillo material. 
Desató las guerras a lo largo de la historia, 
como una peste barriendo a todo ser vivo 
y se encumbró tratando de llegar al sol.
Atrás quedaron las luchas de sus ancestros
por tratar de vivir mejor,
sólo era cuestión de tomarlo todo
teniendo una excusa a mano.
Cuanto más me alejo
más cerca tengo los conflictos.

Imágenes

Cambia la escena, el primer payaso viste 
un traje blanco con lunares rojos y verdes,
lleva una lagrima pintada en la mejilla izquierda.
Al terminar el acto esta se ha vuelto apenas
una línea descolorida que discurre por su rostro.

El otro actor aparece en el escenario,
imitando los pasos de su predecesor,
aunque el traje y el llanto son propios.

El tercer personaje viste de negro,
ha llorado a los dos anteriores tras 
las partidas en tiempos lejanos
y no puede ocultar su soledad.

El último individuo aparece con una lira,
entonando una canción en conmemoración
de los cien años de arte y deja a su paso
un reguero de pétalos de rosas.

El ultimo que es el primero,
el que lea esto que siga con la historia
pues esto no es más que eso.
Una existencia en imágenes.

Muro

Apenas ves,
sabes que cerca
del filo de tu espada
yace alguien temiendo
caer en éste día.
A tu lado, tus hermanos
forman un muro de aceros
blandidos en el viento.
El sol era rojo esta mañana
antes de que una cortina
negra lo cubriera,
ahora la niebla parece
salida de nuestro aliento
mezclándose con la sangre,
llenando el aire como
una lluvia carmesí.
La espada se mueve
la vida de tu oponente se va,
el muro de acero avanza implacable.
Al final una mano se apoya
sobre tu hombro, sabedor de que
todo ha concluido mientras
gruesas venas blancas
iluminan el cielo, 
cayendo la lluvia,
lavando las espadas,
la memoria de esta escena,
aguardando el hogar al otro lado
de la llanura de la batalla.

Olvido

Al final no te odio, pensaba que tal vez un poco,
pero tampoco es que anhele tu presencia
y sin embargo sigo soñando contigo,
irónicamente en todas las vueltas
te estás riendo de algo aunque sé que no es de mí.
Así estamos, el lustro finalmente se cumplirá
así que beberé mi copa a la espera de que
nunca dejemos esa prisión, fría y solitaria,
llamada olvido con la que nos hemos recubierto.

Smorfia

La señora se hace la desentendida
mientras la procesión deja el último
lugar de descanso por la otra puerta.
La vida sigue, la farsa también
detrás de una mueca payasesca
y una careta que esconde 
una sonrisa siniestra.
La señora evita tocar el tema, 
los lacayos aplauden,
los cipayos esperan
los sicarios ya han actuado
y siguen vendiendo la farsa.
Es el cuento del lobo
jugando a ser la víctima
y disfrazada tras un atuendo blanco.

Sin memoria

Un día no hubo más libros
la historia sólo tuvo el tiempo presente,
así que no pudimos aprender del pasado.
Qué pensar, qué hacer, cómo vivir
fueron digitados desde cajas
y el ser humano perdió su capacidad de crear.
Hasta Dios se consiguió una cuenta de correo
electrónico y sólo contesto a las necesidades
de éste mundo una vez a la semana.
Lo que no se ve
no existe,
todo bailando con esa música repetida
y materialista mientras hacemos
un asado con el último poema.

lunes

En un cruce

En un cruce de caminos, allá por Las Armas,
chirriaron los frenos y el acero encontró la carne.
Justo en éste cruce tu vida se ha ido,
viejo can del asfalto y del campo.
Tu hermano se quedó huérfano de correrías,
así que el hombre a quien el tiempo
le ha dejado blanco el cabello
te lleva ahora consigo.
En esa nave celeste,
rumbo al sur de la provincia.

El hombre dejó su lecho

I) Corrompiéndonos.

Quítate que me estorbas,
debo ver el brillo del sol
proyectándose sobre mi
grandiosa sombra
y que a ti te queden sólo
las sobras de nuestro banquete.
Bebe todo lo que puedas,
toma lo que sobre, 
rompe todas la reglas
que a nadie le importan
tus códigos, podemos inventar otros
en esta noche de excesos
y luego que la resaca nos reciba
en la mañana que es únicamente eso,
algo por lo que no hemos de
preocuparnos mientras tengamos
todo a nuestro alcance.

II) Héroe anónimo.

Cae la noche
en alguna parte una sirena anuncia
la prisa con que la vida se va,
lidiando con tantas heridas
por tan poca paga
pero eso es lo que elegiste.
Gastando las suelas de a poco
a veces tanta calle termina
cansándote, pero ahí vas de nuevo
otra de esas mañana frías.
El sol viene desde el otro lado
de la ruta, parece ser la única caricia
que recibirás en esta mañana gris.
Y así la mañana ve pasar 
a otra persona que le da sentido 
a todo esto cuando a los demás
parece importarles
nada más que su ombligo.

III) Que se sequen.

Que se sequen los versos,
después de todo renacen 
en el mar de tus besos
cada amanecer compartido.
Que cuando falte la tinta
habré de escribirlos con sangre,
pues no hay mayor sacrificio
que amar sin importar cuánto.
Que si me falta el aliento
y las sombras crezcan
fenezca en tus brazos
amor mío.

IV) Moriquendi.

Las flechas volaban,
un tendal de enemigos
en el medio del bosque,
mientras él las recogía
siguiendo adelante. 
Cuando no le alcanzaba
con el viejo arco,
tomaba las dos pequeñas
espadas que portaba
trazando un círculo rojo,
que dejaba más enemigos
aniquilados en el atardecer.
Manchado de sangre,
buscando venganza,
sabiendo que jamás
vera las luces de la 
tierra de los Dioses.
Extendiéndose,
fuego purgador
hijo de la noche,
para que los invertidos
caigan ante el
mientras el único
permanece perdido
a la espera de desatarse
la sombra final.

Nota: la palabra moriquendi pertenece al Maestro,  J.R.R. Tolkien, y se refiere a los elfos que jamás vieron las luces de Valinor, la Tierra de los Valar o Dioses.

V) Mundial.

Tras el balón van los ojos
y el nacionalismo encuentra 
nuevos adeptos cada cuatro años.
Si pusiéramos la misma pasión,
en tantas otras cosas,
no estaríamos tan ciegos
cuando la realidad cambia
en torno a nosotros y el saqueo
continua, mientras esa bola
se clava en un ángulo.

VI) Una fortuna.

Una fortuna hecha a través de los despojos
de los que cayeron en la travesía,
deja atrás los restos y escapa de ese mundo
gris hacia el color de los materiales.
No importa cuántas lágrimas hayan hecho
falta para poder llegar a esto,
incluso si venían del río de los lamentos
ahora estás demasiado sordo para darte cuenta.
Acallando la conciencia como una emperatriz
deslumbrada por el oro, hasta el sol no te detendrás
aunque sea calcinarte en vida sigues adelante.
La barca se fue, llevándose a los tuyos
a los que no conoces en éste momento
de infinita perdición a la luz de las velas.

VII) I.

El hombre dejó su lecho y salió a ver el sol brillar,
abajo los de la otra casta aparecían atareados
mientras el cerraba un nuevo trato.
Mucho más abajo, un puñado de personas
en harapos vivía preocupada con el agua
llegándole a las rodillas y los hijos a cuesta.
Al que vivía en la punta de la pirámide
no le importaba eso, más allá de alguna
colecta de fondos que destinaban a mantener
todo igual y parecían esforzarse.
Así, pese a todas las declaraciones, derechos
y garantías, siempre parece existir uno
que digita cómo han de vivir los demás.

VII) II.

Lo primero que aventé fue la botella,
la que estaba vacía, luego siguió el 
pesado diccionario y una silla a la que
le faltaba una pata.
La reposera que trajimos de la otra costa,
la colección de corchos, la lata que usábamos
para guardar el azúcar, la pequeña parrilla,
los bidones de diez litros y hasta el tacho
de los residuos.
Aun así eso no detuvo el avance de la horda
de orcos que invadió mi casa esta madrugada,
tuve que acostumbrarme a vivir con ello
y compartir mi vino con la bestia interior.

VII) III.

Dejó a un lado el libro, las hojas parecían adheridas
unas con otras producto del tiempo y esa 
situación le molestó bastante.
Su nieto lo perseguía con toda la tecnología
pero él seguía con el viejo papiro,
su angustia podía describirse en pocos caracteres
aunque era demasiado grande.
Rechazó la tableta, la nueva computadora
y todo lo que fuera digital, parecía un plan
premeditado para imponerle algo.
Así que se aferraba a su obstinación y negación
como un náufrago a un madero en la mar.

Cuando hiele

Cuando hiele cortando la carne
y las estrellas brillen intensas,
se prenderá un pequeño  fuego
en ese cielo negro 
que eclipse las otras luces.
Tus andanzas han quedado perpetuadas,
el alma del gigante las atesora
y una gota de rocío se le cuela por el rostro.
Viejo amigo que te has ido,
pero nos has dejado tu impronta enorme
pese a tu pequeño tamaño.

Blues del olvido

Cómo quieres que supiera 
lo que esperaste esa noche,
si vengo de las tierra en
donde todo es quietud.
Tu llevas el alma de la ciudad,
nada podía prepararme
para ese caos de mofas
y de cigarrillos.
Vivo aquel que encara,
rápida la acometida
y luego, al calmarse todo,
seamos sólo buenos amigos.
Yo he querido otra cosa,
tu un frenesí blindado
para no ensanchar los vientres
y perder rápido la memoria,
más de lo que un amante tarde 
en vestirse para largarse.
Así mis horas se han escrito
con toda la soledad,
cambiando un rostro de mujer
por otro hasta que no queda nada.
La bestia reemplazo al niño
y ahora dices que soy un extraño.

Azul

I) Descubriéndome (Azul).

Justo al borde del precipicio
se alza esta roca,
a ella ha vuelto su dueño
viendo el verde valle
extenderse debajo.
Contempla al águila parda
descender sobre la presa
que se mueve en la pradera.
El viento clama aquí,
un rey eterno sobre
la montaña de nieve inamovible.
Un recuerdo,
algo se quiebra,
se ha ido, 
ya no volverá
partiendo al cielo
en el invierno lejano,
en la isla distante
tras esta cortina
la niebla del tiempo la cubre.
Otra ráfaga
trae el sonido de los cascos,
los cuatro cabalgan de nuevo
el azul va entre ellos
llevando una pena 
estampada en el blasón.
Una insignia recubierta de marcas
una por cada enemigo abatido,
una promesa de reencontrarse
detrás de los muros de acero.
Otro golpe de viento,
la imagen de la rosa
acariciada por el roció de la noche
seducida por el sol de la mañana.
Sólo el más viejo,
padre de los dioses,
sabe que la cosa más hermosa
yace en la que quedó atrás.
Traiciones, artimañas para cubrir las huellas,
todo revelado al fin
quedándose con las manos vacías
una vez más.
Los leños ardiendo 
buscando refugio en la guarida,
temiendo dejarla,
temiendo amar,
ser amado.
La lluvia viniendo,
el trueno quebrando el manto,
la espada recién forjada,
el alma del herrero,
todo unido en una gran marca
en el escudo que porto.
La montura espera
éste lugar ha traído
tantos recuerdos.
La torre sigue inalterable
como la paz que ostentas
en medio del infierno
que creaste para satisfacerte.
Estamos en lados opuestos
de la estigia, nuestros senderos 
se separaron, la estrella de mis ancestros
yace marcándome el camino
a casa como siempre,
lo único cierto en todo esto
nada de ver hacia atrás.
Los que amas están contigo,
lo demás es el polvo del camino
levantándose cuando 
el jinete azul lo desanda.
Recuperó su identidad
en la roca que creyó 
era para esperar el final,
un nuevo punto de comienzo
rumbo al norte entonces.
Y ella crece día a día,
la fortaleza de uno
la calidez del otro.

II) Figurita.

Un nacimiento sin complicaciones,
un primer diente que viene
y unas cuantas sonrisas.
Todo fotografiado, congelado
a través de imágenes
que vuelven a una figurita
en el personaje principal.
Un amor temprano, otros
que los reemplazan con
el correr del celuloide.
La adolescencia que pasa
en segundos, dando lugar
a la mujer madura
cortejada por cientos de miradas.
Ello hasta que la primer arruga
cubre tu rostro, entonces
comienzas a desvanecerte
en ese mundo de hipocresías,
donde lo que vales es un instante
frente a un ojo curioso.

III) Renacer.

El viento de la noche
ya no se siente tan frío,
el invierno se va lentamente
mientras veo las horas correr
marcadas por esos faros blancos
que cubren el cielo de la costa.
Sobre el muro ha reverdecido,
la naturaleza no conoce de barreras
y deja todo en su lugar
de la misma forma en que la vida
terminará poniéndonos 
en igualdad de condiciones.

IV) Quizás.

Tal vez nos volvamos a ver
sin recordar quienes fuimos
un minuto atrás,
que no es más que una década
pero no lo parece.
Después de todo nos volvimos extraños
que comparten un viaje hacia
un horizonte infinito.
Cuántos atardeceres perdimos
viendo para otro lado
mientras todo cambiaba
a nuestro alrededor.

V) Solitaria.

La estrella emergió entre las nubes de la noche,
las que eran llevadas por el viento del sur hacia
otras costas, evitando la nuestra como naves que
responden a una señal distante al pie de los arrecifes.
Y así nosotros viajeros del Atlántico vimos alejarse
la tempestad de nuestro viejo Océano, aunque 
sólo durara unas cuantas horas.

Balneario Reta, 03/03/2013.

VI) Gris, colorido gris.

Hace calor 
y como un heraldo 
anuncia a la lluvia,
incluso ahora le encuentro
una veta de color
a esta ciudad gris.
Parece ser que 
una niebla la cubriera,
el tiempo aquí 
no tiene forma de pasar
y mientras seguimos sumidos
en una marcha cotidiana
por terrenos de batalla.
El papel amarillento
se acumula en esos estantes
conteniendo deseos y frustraciones
mientras el tiempo que parecía
no correr se acorta apretujándonos.

VII) La tinta.

La tinta no se agota,
siempre hay algo que escribir
mientras veas al mundo 
desde tus ojos de espectador incansable.
Así es como el tiempo te toma,
observando el vaivén del mar
al ir y venir.
Igual a ti.

miércoles

Dioses

El llamado de la batalla
llenó el aire sabático
y entonces la voz del guerrero
emergió de entre las nubes,
cubierta de trueno y de metal.
Visiones de un carro 
corriendo por los cielos,
el signo del martillo flotando
en el aire, acechando a los gigantes
y precipitándolos al inframundo.
Acordes de fondo,
coro de einheriars,
los tambores anunciando
la llegada de otra guerra.
Los cuatro cabalgando
a través de la llanura de la contienda
en medio de los lobos, los demonios
y los cuervos viéndolo todo.
Los hijos de Odín moviéndose
en la escena, trayendo consigo
el fuego y el relámpago,
cayendo sobre los enemigos
con una sinfonía de acero,
para luego irse tras la devastación
sonando más fuerte que en el infierno.

Nota: los einheriars constituyen las almas de los guerreros caídos en batalla,
que forman el ejército de Odín.

99

99).

Uno entre mil
parece como si el reloj fuera hacia atrás,
una carrera por ver quién vive más tiempo.
A la mitad del camino
tonto si me engaño de esta forma,
parece ser que no he aprendido las lecciones
y los errores se repiten en forma brusca.
Combatiendo a los demonios
entre tristezas y señales de arrepentimiento,
el horizonte no se ve prometedor
mientras la única luz que tenía cerca
se aleja cada vez más de mi barca.

Cada amanecer).

Cada vez que partes 
todo queda en silencio
y la distancia se ve
envuelta en la bruma,
mientras las luces la atraviesan.
Con cada movimiento de la mañana
que llega siento tu ausencia,
una parte de mí se va con vos
y la otra quiere abrazarte
para retenerte en el lecho caliente.
Toda la vorágine
no me ciega y en algunos pasajes
del día vuelvo a sentir que me falta algo,
mientras la loba guarda el cubil 
a la espera de tu llegada.
Siento tanto que mis palabras
floten en el vacío,
aun cuando digo te amo
y desearía que puedas oír la lluvia
caer, pues no tengo palabras
o forma de describir algo que me es
tan familiar pero no te lo puedo transmitir.
Sos mi luz y mi razón,
no necesito otra cosa
aunque a veces parezca distante
es que aún no logro dejar atrás
algunas cosas, mientras el aroma al café
me acompaña cada amanecer cuando te vas.

El llamado).

Somos muchos, 
somos el viento,
un grito de batalla,
espadas alzadas 
en la planicie.
No corras,
no te servirá de nada,
el águila parda vuela
sobre un río rojo.
Estalla el trueno,
retumban los cuernos
llamando a los hermanos,
brazos recubiertos de acero.
La gloria es dorada
en éste atardecer,
recubierta de un manto de fuego
mientras nuestras monturas
cabalgan hacia ella.

Flores).

Viéndolo todo,
como las ráfagas de la ametralladora
que dispara para detener la marea oscura
que se abalanza sobre la fría trinchera.

Las vidas que vendrán al final de la guerra,
Ana partiendo del puerto y dejando atrás
los restos del viejo continente.

El frío, la búsqueda de los cabecillas del ataque
entre los restos de las fuerzas traídas de África,
los hermanos abrazándose entre el llanto
en algún lugar al otro lado del Océano.

El encuentro con un viejo enemigo
debajo de los álamos, la vida tiene esas 
muecas de ironías. 

El can que quedó del otro lado,
la nieve crujiendo bajo los pies
de los hermanos que han dejado
su sangre derramada.

Un segundo el que toma reemplazar
a quien ha recibido un tiro certero,
para que las balas sigan pasando 
mientras el busca sobrevivir
a esa estúpida guerra.

Fuego).

El poblado se extendía sobre una colina
protegido por paredes de roca lisa
que formaban un circulo alrededor,
desalentando toda posible 
incursión de un invasor.
Sólo en dos lugares el terreno descendía
hacia el bosque y los guerreros
del norte custodiaban esa zona.
El templo de Odín se alzaba
cerca de una formación de árboles
que se extendía en medio de la elevación,
los aldeanos se movían echándolos abajo
mientras los mineros extraían 
el poco oro que quedaba en ese lugar.
El humo de la herrería llenaba el aire
de la mañana mientras esta se acercaba
al mediodía en una frágil calma.
Las partidas de cazadores no habían
regresado aún, mientras los guerreros
levantaban pequeños muros
para cubrir las dos entradas.
Entonces ocurrió el desastre,
el fuego apareció de súbito como
una maldición extendiéndose
por los árboles que los aldeanos talaban,
arrasando el templo y una gran parte
de la aldea, llevando a la muerte
a varios pobladores que no pudieron huir.
La mitad de la base quedo destruida
iniciándose la reconstrucción mientras
pequeños grupos eran enviados al bosque
cercano para seguir con la recolección.
Los guerreros del norte bajaron la guardia
demasiado ocupados en recuperar su hogar,
no se percataron que los aldeanos
desaparecían sorpresivamente.
El ejército enemigo había logrado sacarlos
de su encierro y ahora interrumpía sus suministros,
pronto los sobrevivientes se vieron rodeados,
su fortaleza fue una trampa
transformada en tumba
y una sombra siniestra se abalanzó sobre
lo que quedaba de aquella ciudad,
como un ojo que acechaba desde el bosque
cayendo sobre ellos cuando menos lo esperaban.

Heavy Metal).

Suena tan bien,
como un blues en una pesadilla,
mientras yo contemplo esta escena
oscura con el cielo rojizo
entonando la misma y maravillosa melodía,
tu limitación me ofende
mientras buscas un justificativo.
Tanto camino recorrido
para sentarte en ese trono barato
dejando a un lado la melancolía de éste
solo y poniéndote a acuñar monedas,
nada te importa excepto tus diamantes
y mi canción suena estremecedora 
entre estos muros de acero.
Los lobos se sueltan mientras las huestes rugen
dejando las horas como segundos
o acaso eso no es lo que son en éste
reloj de arena que la mano vieja y sabia
del tiempo manipula imperceptible,
mientras juega con nosotros 
frágiles piezas en ese tablero de ajedrez.
Somos cientos clamando por venganza
en medio de toda esta distorsión
que suena como una canción de cuna,
tú te tapas los oídos
y te vuelves ciega para no ver lo
que está sucediendo justo frente a tu vida
tornando esa escena mentirosa y rosa
que construiste segando tantas vidas,
en un manto oscuro que te recubre
aprisionándote y sacándote un grito 
mientras los cuatro cabalgan por el mundo,
cayendo el martillo al fin sobre tu mundo de cristal.
Ahora esa frágil existencia tuya llamada decadencia
no puede evitar ver la escena que se le planta enfrente,
consumiendo tus gritos las voces de los cientos
que asedian tu palacio de vanidad.

Hipocresía).

Tantas restricciones, sólo les falta vallar el océano,
la estupidez humana parece no tener fin.
Escondes tu hipocresía detrás de una declaración de derechos,
para mostrar tus buenas intenciones
y luego miras hacia otra parte cuando depredan todo.
La civilización yace al otro lado del océano
o al norte de nuestra tierra,
decadente, arrogante y condenada a permanecer
materialista a lo largo de la historia.
Hipócritas,
una función de títeres montada por los pocos
que ostentan sus riquezas pero que al final
no logran evitar el paso de los años.
Yo no quiero viajar con tantos impedimentos,
no me hace falta sentirme excluido en otra tierra,
con la nuestra ya es suficiente,
quemando principios como a brujas en una hoguera
de ignorantes llamada sociedad.

Juntos).

Dame un buen vino
y una fogata para recitar
los versos que compuse tras tus besos,
los que vinieron como la cálida lluvia
del verano a humedecer labios resecos.
Bríndame un rincón en cualquier parte
en donde podamos dormir las noches frías
acurrucados, tus sueños, los míos, 
para que al alba sepamos que el nuestro
es un camino eterno.
Lo demás sobra, así que lo dejaremos
fuera para que nuestros pasos
no pierdan la ligereza que tienen
desde que andamos juntos por éste mundo.

Pueblo).

Me he dado cuenta
de que pese a la distancia,
de todo el tiempo que llevo
sin pisar ese lugar,
también se ha quedado con una
parte de mí.
Estampado en ese fragmento etéreo
llamado alma, aunque la memoria
se vea empañada con el tiempo
y el recuerdo sea una foto que
se desdibuja lentamente.
Tantos rostros conocidos,
sitios que permanecen inalterables
como la vieja vía en donde aún rueda
un balón y las calles que siguen siendo
las mismas que nos vieran pasar, aunque
hoy sean otros los que las ocupen.

Tablero).

Blanco y negro,
tonos de la existencia,
los peones visten mithrill,
acero forjado en el trueno.
Éste es el día,
una hora antes del amanecer
todo está listo para la última oleada,
el rey ha dejado su trono
y porta su martillo de las tormentas.
Todo preparado para la batalla,
el día será rojo mientras los cascos
sacuden la tierra, la señal es dada
desde lo alto de las torres de piedra.
En el castillo sola queda la reina con
sus amantes y la corte rodeándola,
pronosticándole que quizás está vez
pueda vestir el luto un tiempo,
hasta que su soberbia le permita
erigir en soberano a uno de sus adivinadores.
La mañana se llena de aceros chocando,
la avanzada deja su sangre en esa tierra
mientras el rey combate codo a codo
con cada uno de sus guerreros 
formando un muro de plata,
la emperatriz espera relajada
lanzando humo al aire
que emula la destrucción sembrada
en el llano de la contienda.