jueves

Humanos

Por accidente encontró el fuego
y desde ese momento le negó 
un lugar a quien hasta entonces
había compartido con el éste viaje,
por el mundo que descubrían día a día.
Aprendió a fundir los metales
y los bosques en los que corría libre
fueron talados y cercados,
negándole el paso a los demás.
Levantó enormes edificios,
monumentos a su soberbia
y sólo los que pueden pagar viven en ellos.
Descubrió como curar enfermedades
pero si tienes suficiente metal,
sino que te consuma y tus restos
podrán ser usados para los que
puedan pagar el tratamiento.
Y al final lo único que queda libre
es el mar, eterno y memorioso,
viendo hundirse en la mediocridad
a quienes salieron de él.
Las flores nos maravillan
pero las cortamos, una tras otra,
y a los pájaros que eran libres cuando
pusimos un pie en la tierra
los metemos en las jaulas
del metal que aprendimos a manipular.
Una tras otra generación 
engendra demonios que persiguen
sueños materiales, porque la paz
con uno mismo no tiene forma física
ni valor alguno.
Al menos para los que han nacido
en una sociedad de plástico
y de desinterés, por lo que no tiene
trascendencia dentro de esa caja boba
a la que muchos han hipotecado
una gran parte de su vida.

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