La estación se ve rebasada de
personas que van y vienen,
las naves rojas se van llevándoselas,
las horas se han vuelto piedras pesadas
mientras espero que llegue mi turno
en el andén al que he llevado
todos mis sueños y dudas.
Febrero se va,
nuestra amistad parte con él,
la noche es fresca
me voy dejando atrás a la mujer
a la que en otra época amé.
Lo que queda es esta Emperatriz,
sentándose cómoda en un trono vacío
mientras el humo se va hacia el cielo
cubriendo la noche de recuerdos.
Tus paso llamaron mi atención
una noche de marzo,
hace más de una década,
si te propusiste meterte debajo de mi piel
no tuviste que hacer nada para conseguirlo.
La mano se apoyó sobre mi hombro
cuando las cosas se pusieron difíciles
y ésa misma mano se abrió
pretendiendo arrojarme al vacío,
siendo rescatados por los que
no buscaron nunca nada a cambio.
Ahora tu imagen se borra
en medio de la niebla que cubre
el camino por donde vago,
recordando cada día esos
dos ojos azules implacables.
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