Si fuera el mar
no llegaría una ola a la orilla,
salvo cuando el viento
agitara tu escote
y me colara como las gotas
para perderme en tus abismos.
Si dejaras la costa
reclamaría el continente,
rugiendo a mi paso
hasta lamer tus pies
y replegarme antes
de que despiertes.
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