En Portland, 34° 36’ 47,3’’ S, - 58° 22’ 38’’ O, las marionetas se jactan de cualquier hecho que les permita estar un paso por encima del vulgo que bastante tiene con dicha condición. A este únicamente le resta asir un madero en medio del horror de la devastación y de esta forma no tener que admitir el problema, que lo tiene como partícipe necesario. Siempre es más fácil echarle la culpa al otro que asumir el problema, manteniendo esta conducta a través de la década constituyendo esto la explicación de los males que azotan a esta tierra alejada de la luz desde hace varias generaciones. Así se les pinta un escenario que no cambia demasiado, la única creación posible parece ser refritar (refreír) el pasado como el único momento de gloria y así mantener la situación bajo control. Basta con sacar el busto del arcón en él que estaba recluido para que los meros individuos asocien a aquel que ya no está a una época feliz, olvidando la relación de acción y consecuencia que nos llevó hasta este momento que no es único e irrepetible. Se levanta el telón, salen los títeres a escena previa muestra del menú a lo largo del día sobre los temas destacados, como si estos pocos sucesos fueran un resumen paupérrimo de las historias que las personas atraviesan aunque siempre las crónicas humanas únicamente exhiben hechos puntuales pese a que el osario es común. Tan rotas están las redes sociales (las verdaderas y no las que sirve para narcotizar a la humanidad) que aquellos que pueden pagan a precio vil el acceso al circo moderno, para ver correr al cazador en busca de su presa y una vez concluida la puesta en escena este se retira a sus aposentos en los Campos Elíseos en donde el medidor de adulaciones es el único contacto con el mundo, viviendo así en una realidad paralela. Cada cierto tiempo aparece en medio de la tumba de principios y valores un salvador que es elevado a la condición de ídolo, con tal de salir de la vista de pesadilla el habitante de las periferias a la ciudad inventa una realidad paralela. En ella conviven apilados el penal que le dio a un equipo la condición de campeón y privó al otro de tal resultado, la gastada de parte de aquellos que se proclaman victoriosos sin haber sudado una gota en los campos construidos con tracción a sangre y finalizado el espectáculo al que ingresaron un puñado de bienaventurados deviene necesaria la cargada una vez que la facción local favorita sale a un teatro decadente a exhibir sus condiciones de guapo. La fórmula para estar con las facultades dormidas la mayor parte de la vida es mirar hacia las estrellas, poniendo en el firmamento el rostro de alguno de esos triunfadores dado que el fracaso mejor que se quede por acá abajo y cambiando de tanto en tanto el dibujo de su artista favorito aunque este necesariamente ha de ser alguno que ande dando vueltas como un perro intentando morderse la cola.
Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina conforme se describe en la página intitulada "Creative Commons". "No hay nada como escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a la máquina de escribir y sangrar" (Ernest Hemingway).
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