Bajo la antigua montaña
justo por encima del fuego del dragón,
moran los maestros de la roca.
Duros cómo granito,
el alma en calma igual a la lluvia
y el corazón delatando al trueno,
mientras siguen forjando
el salón de HammerHand.
Cuando sopla el viento desde el poniente
y la lluvia golpea la ladera ancestral,
ruge el trueno en lo alto de la forja
entonando los enanos una canción
en honor a HammerHand.
Chocan las copas rebosantes de
Cerveza y de Malbec.
¡Dejen entrar a los piel verde
y a los orejas largas!
A todos les daremos la bienvenida
en los salones de roca.
Brindan los orcos de Grokk
y los cara pálida de Carrara,
no añorando ni el páramo ni
el bosque, en el interminable festín
en honor al más grande guerrero
que haya pisado una contienda.
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