domingo

Día 6 (Búnker)

Día 6: el mensaje baja desde los altavoces, un miembro por familia, la fila a un metro de distancia, las tres de la tarde marca el final del horario de compras y el comienzo de la restricción, la patrulla dobla en Luro rumbo al bulevar iluminando por un instante lo oscuro de este asunto. La llamada del otro lado del océano, de un lugar remoto que apenas puedo ver en un mapa y ese rostro aún más lejano con un cuarto de siglo encima desde la última vez. Los camiones desfilan, el adiós será solitario con una plegaria que se pierde entre las paredes del refugio, la foto se marchita igual que la vida tras el avance de la plaga y la falta de conciencia, la reacción tal vez salve a alguno pero las cenizas quedarán flotando en la oscuridad. El único fuego que realmente debería haberse quedado en una metáfora de alguna historia vieja, traída en un tomo que ilustra la batalla final entre el héroe y la serpiente que lanza el veneno desde su trono dorado. No hay recurso que pueda frenar el embate, de haberlo el poderoso se quedará solo para descubrir que quien lo cuida afuera del domo se ha ido debilitando hasta que ya nada le llegue y entonces tendrá que unirse al resto, a los meros mortales que aguardan la suerte en la ruleta producto de todos los que no sienten empatía alguna por los demás. La oscuridad sobre la vieja civilización es el ocaso aquí, estirando el rayo final de sol el momento de que finalmente las sombras vengan y tal vez esas empalizadas resistan un poco ganando días para reducir los daños. El problema sigue estando en el boicot interno, aquellos que no han guardado su lugar tomándose esto como si fuera un fin de semana eterno y deambulan por la vía pública, la disnomia no podía quedarse fuera del espectáculo que se desarrolla desde hace días. Lejanos tiempos los de viajar hasta San Romano, recorriendo el camino a la orilla del mar que se encuentra más lejos aún, una postal pegada en algún rectángulo de los que forman el alambrado agitada por el viento y descolorida por Febo que ha vuelto. Tras la supresión de las horas apretujadas la salida un par de minutos para levantar provisiones sabe extraña, una especie de sueño que en cualquier momento mutará a pesadilla y esos dos faroles que han pasado indagando accidentalmente sobre una nueva bolsa de desperdicios que ha sido dejada como mensaje de existencia. Luego la repetición, las ventanas que recibieron la luz de la mañana yacen cerradas aguardando la caricia del rocío, todo se ve normal excepto la sensación del principio que apenas puede ser diluida por el hecho de estar ocupado esculpiendo ideas en el teclado, cosa de dejar algún registro de todo este pandemonio.

Día 5 (Búnker)

Día 5: dejando atrás la seguridad del hogar, si acaso se puede confiar en ello hoy, todo yace detenido igual que el paso de las horas del confinamiento obligado producto de un enemigo que ha llegado a sentarse en la mesa esperando que su aperitivo se le acerque en bandeja y desatar la destrucción provocando un colapso que en otras partes se traduce en camiones  llevando féretros. No habrá despedida por el momento, el tiempo dirá igual que ahora contando los pasos hasta el cesto de basura que marca la vuelta forzada a la seguridad de los barrotes que no es tal. La perra recorre el perímetro, la música viene desde otra dimensión en la que los náufragos como nosotros se refugian esperando que no les llegue el veneno, mismo método de destierro para las hormigas en lo que se asemeja al huésped invisible que aguarda el llenado de las copas con ese océano que recorre nuestras arterias. La soledad del exterior, la canilla cuyo goteo ya dejó de ser un sonido más y se ha vuelto la manera moderna de contar ovejas, el androide no sueña con ellas porque se encuentra recargando y saltando sus propias vallas burlándose de nuestros intentos de poder conciliar el sueño. La repetición llamada rutina marcaba ciertos aspectos consolidados, pero acá no hay nada de ello, las barreras de los horarios han desparecido y reducen todo a quedarnos tranquilos viendo las horas pasar. Cualquiera podría volverse loco pero no hay nada más que hacer, dejando la pantalla encendida por si en una de esas finalmente alguno aparece admitiendo que esto no ha sido más que un capítulo nuevo de un engaño bien diseñado. Nada de eso, las cifras siguen en ascenso, la desolación planta una bandera que no flamea y sepulta la esperanza de llegar pronto a un final de este momento bajo toneladas de ansiedades que se vuelven letras frente al procesador de textos. Vendrá el día, la tragedia seguirá su curso, los insensatos nos condenan a la extinción de seguir por ese camino, las barreras son levantadas en sitios que antes nos recibían con los brazos abiertos. La misma imagen se repite, montículos, iracundos, hacinamiento, inconscientes, desbordes, algunos muchos que se tomaron esto como una comedia y no vieron el cartel de tragedia encima de todo firmando la salida apresurada para tomar una ruta que los ha conducido a la exposición innecesaria. Pero dejan en evidencia la falta de humanidad, el todo vale con el que se han criado hasta poder tomar decisiones que son siempre culpa de los otros por haberlos primeriado y las exhiben como el mejor de los logros. Los metros sobre el concreto se asemejan a un patio amurallado, la única diferencia está en que podemos decidir permanecer allí tranquilos dejando de lado todas esas preocupaciones y darnos una chance más grande de salir de esta enorme tormenta que cubre nuestro momento aquí en el mundo de los vivos.

Día 4 (Búnker)


Nota: las primeras medidas fueron anunciadas el 15/03/2020, cuatro días después vino la cuarentena en la República Argentina y un cambio tajante en nuestras vidas. La crónica parte de ese primer anuncio un domingo de marzo.

Día 4: tengo esa extraña sensación de que algo viene, no es angustia sino una especie de nudo en la boca del estómago que encuentra su justificación en la cantidad de información que llega respecto a la pandemia. Deduzco que hubo una subestimación del asunto en otras partes y acá generalmente se corren los problemas desde atrás, como el último hombre tratando de detener al nueve que ya eludió al cancerbero dirigiéndose sin oposición a la red. El problema es que por más defensa que tengas si estás bajo ataques constantes a la larga el escudo se perfora, empezando el sangrado que deja de ser una metáfora tornándose algo concreto a juzgar por la cantidad de caídos en esta batalla que el mundo no vio venir sumido en el consumismo, en la reina economía y en alguna cuestión materialista más. Aquel que quería únicamente el sol ahora lo ve desde una ventana lejana, aislado bajo sospecha o por ese mecanismo de protección que uno intenta negar llamado miedo, pero en su caso este último será el que nos dé una oportunidad de sobrevivir. Ha caído la lluvia dejando su rastro de espejos sobre las veredas, en algunas calles nos obligó a tener que besar el pasto o jugar al equilibrista sobre los cordones deambulando por una línea blanca amarilla con la greda a un lado y el agua estancada al otro. Luego les cobrará peaje el sol, llevándose la carga hídrica que se deshará en el aire esperemos que con los restos también del visitante invisible que aguarda en la impunidad de lo microscópico dar el salto terminando con esa resistencia tan endeble. La peste no distingue, rico, pobre, bien vestido, con harapos, instruido, desnutrido, consciente de lo que ocurre a su alrededor o sin que ello le importe, lo único parecido a esto es el tiempo sobre todo porque roe hasta los sueños que por andar ocupados en rutinas interminables dejamos a un costado. Desaparecidos los horarios, las cargas de andar yugando, los límites impuestos de manera vertical para que los roles asignados antes de nacer sean cumplidos y la importancia del riesgo país, quedan únicamente los seres de carne y hueso que le pondrán nombre a los capítulos por escribirse. Lo demás ahora es apenas una anécdota, carbón mojado después del banquete que vimos de lejos, silencio y óxido, el pasto crecerá bajo esos despojos hasta que venga la guadaña naranja a quitarlo permitiendo que pueda iniciar de nuevo el ritual de mandarle señales de humo a los que anden cerca. La envidia deberá irse unos segundos después de que el fuego bese con su lengua roja la superficie del papel, acelerado el asunto por alguna de esas trampas que permiten la combustión casi al instante y ponen así a salvo al cartón que conserva su integridad. Un resto de la misma caja no ha tenido tanta suerte, se arruga luego de servir de abanico sobre la pila negra que pretende volverse volcán que dorará la carne, uno de los pocos lujos que se nos permiten hoy.

sábado

Fórmula


Hace un tiempo en un lugar lejano y al que el sol le daba siempre de costado existía una pequeña sociedad de individuos que habían superado los obstáculos que el tiempo les ponía en el camino con una fórmula mágica. El descubridor de la solución definitiva para todos los males humanos recibió el estatus de salvador del mundo conocido, que no se extendía más allá de lo que un individuo puede ver con los dos limitados ojos que le han sido provistos al nacer. Aclamado por lo bajo y alto, abucheado en ocasiones ante la reprimenda severa de los oradores de turno que se deshacían en elogios por aquel al que conocían gracias a los libros de historia que lo pintaban como el único iluminado, Altvater latino que encontró la panacea poniéndole su sello en cada una de las ediciones con las que el siguiente monólogo era esparcido a los cuatro vientos y llevado sobre los cascos imperecederos como muestra de la pertenencia de esas tierras que nunca conocieron otras voces. Esculpidos los retratos con diferentes momentos de la vida del ídolo que dejó a uno de sus discípulos las llaves del cofre que esconde la solución ante cualquier contratiempo, cosa de que se llegue a buen puerto pese a tener los vientos en contra y sin necesidad de esperar a que la rosa nos dé una manito. De la historia anterior al momento de ese triunfo rotundo sobre las sombras del mundo poco se sabe, se lo ha visto cruzar abismos y conquistar otros lares tan sólo con el poder de su presencia. Dueño de todo lo conocido, por eso la multitud aclama los logros sin cuestionamientos al señor del paraíso que sólo conoce de la presencia de Nike en las fotografías que lo exhiben rebosando de vitalidad aunque sean en blanco y negro, irradian el enorme convencimiento que generaba incluso en los paganos que negaron la existencia del mismo hasta que les llegó al corazón. Tintineo metálico, flor dorada que quita lo malo de las conductas y esconde el fuego que debe arder para oponerse a la barbarie, déspota que se mantiene altanero cuando alguien ha osado dirigirle una mirada de reprobación. Murmullo descuidado que se convierte en grito de indignación, en la derrota se atreven a confrontarlo pero bien que no dijeron nada cuando las arcas estaban llenas y la luz invadía vuestros hogares. Veo que aún mantienen no obstante ciertas costumbres, ponderan los triunfos pero se mantienen alejados de las derrotas como de a un leproso que ha cometido la osadía de pasarles cerca con la armadura negra y roja puesta. Critican, opinan de cualquier tema, desconocen la mayoría de lo que expresan pero tratan de parecer que saben mucho del asunto y al final emplean el arma favorita la cual me pertenece por ser su descubridor, qué digo descubrimiento, invención por la que he merecido el mayor de todos los premios. Y ahora por si alguno no cayó todavía lo revelaré, es algo bastante simple, fácil de utilizar al igual que respirar o caer en la dimensión del opinólogo que habla de cualquier tema, conoce todos los idiomas pero en caso de pifiarle se hace el desentendido al recibir una llamada salvadora.
El secreto es echarle la culpa al otro, que este se haga cargo.