Algo se agitaba dentro,
podría sentirlo más que al frío
de la noche que los cubría.
Sobre ese tronco desgastado
llevaba a cabo el ritual,
observado por un par de ojos
que veían hacia la nada misma.
Moviéndose frenéticamente,
asiendo las cadenas de la carne
una y otra vez , hasta que no fue
más que la espuma del mar
golpeando sobre la arena.
Entonces saciado se alejó
al amanecer, dejando tras de si
un rastro de perdición.
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