viernes

Ñ

Las demás letras sufren de calvicie por exceso de uso aunque en la época actual sería más bien por haberlas olvidado sustituyéndolas con otras que no suenan igual, el problema es que las pronunciamos mal generando una confusión enorme en la que el orden del abecedario se ve alterado. Sin embargo ella mantiene su cabellera flotando en el viento como nave insignia de esto que se llama lengua, dejando a un lado las abominaciones que son las sombras apenas en torno a un fuego agitándose en la tempestad. Las formas oscuras tienen como lienzo a la pared de esa caverna desde la cual los petroglifos se han rebelado mutando a palabras, la revelación es tal que las personas empiezan a darle nombres a su realidad la que cambia por completo. Dejan entonces de ser extraños cubriendo el sitio que habitan una atmosfera hogareña en la que los niños crecen sin sonidos guturales, pasado cierto tiempo el reloj corre semejante a una cuerda que se va cubriendo de ñudos alcanzando un tamaño considerable antes de cortarse. La hermana mayor hace las veces de ñaña cuando no de madre aunque no llegue a alumbrar nunca descendencia, viendo sus días languidecer hasta volverse polvo de ese mecanismo que es finito. En el mañana los ya adultos, con la niñez en un cofre abandonado, se han esparcido por el mundo que deja de ser desconocido aunque el llamado de la casa sigue sonando en la noche invernal metiéndose con la invasión del agua en esa zona ribereña para luego retroceder con la manada de pinzas. El actor principal es un tacaño consumado, le destina poco y nada a las cuestiones afectivas intentando resolver los problemas de otros que confían en su sapiencia aunque muchas veces sabe menos de lo que muestra. Sin embargo a su orilla llegan los restos del naufragio, los pedazos de historias con almas aún aferradas a la carne solicitando una y otra vez asistencia al igual que un pedigüeño que no tiene un hábito mejor arraigado. Por ello esta pausa entre tanto papelerío que esconde posibilidades de salvarnos de ser los siguientes en zozobrar, aunque nos hemos vuelto isleños que miran con pavor al océano que supone la vida.


jueves

Adieu

El espejo no refleja nada excepto la imagen de siempre con los agregados de los años, el recinto está vació pese a que caras nuevas lo pueblan aunque la ausencia es notoria considerando las vivencias entre esas paredes. Trasladadas afuera al abandonar el sitio retornando a casa con la sensación de pesar aunque no se trate de una partida definitiva, ese rostro que ya no veremos quedando el desafío dormido en el recuerdo. Una tilde que voluntariamente se ha ido a colocarse en otra parte genera la llamada de atención del único testigo, los demás por las dudas no se han salido del molde ni del rol asignado. El primer lugar en la fila de adelante con los riesgos que existen por volar demasiado cerca del sol, el faro que no advertirá de los filos de las rocas aguardando a la presa totalmente confiada. Aunque la supuesta víctima esconde el acero debajo de la capa devolviendo las estocadas a esos que no están suficientemente alertas, algún que otro comentario recibe una respuesta en sorna pese a no mostrar emoción alguna. Después los años se quedan atrás hasta percatarse de la llegada del otoño, de ese adiós escrito en hojas marrones en una calle desierta con nombre de santo ausente. Tras esto el hueco interno, la sensación de vacío que se mete en las arterías bombeando hasta tornarse un nudo en el estómago que se deshará con los eones. Las palabras escritas en rojo y azul en una especie de juego para dos se quedan estampadas en una entrada antigua, maneras diferentes de ver este inmenso lago por donde navegamos quitando las distancias del nacimiento. Una inscripción en la tapa interna suprimiendo a la anterior en un acto equivalente a un manifiesto, las demás páginas quedan de adorno igual que el libro alejado del salón durante más de un año. El temple viene de lejos a la hora de dar el paso hasta que se convierta en una historia que se arma según se mueve hacia adelante, todo lo anterior queda atrás volviéndose una anécdota. Las imágenes escondidas en un pizarrón con trazas de repeticiones previas, incluso el sitio del impacto de otra fuerza ausente con aviso más allá de no ser un recuadro de esta historia. El pupitre vacío con un aviso dando cuenta de la búsqueda de un piloto ya que ella se ha ido dejándolo abandonado, el mundo de este átomo no se ha percatado siguiendo con la misión de ponerle laureles a las piedras.