I) A la batalla.
El poderoso cuerno de batalla sonó en la lejanía,
justo por encima del puente del arcoíris.
Los enanos se calzaron sus poderosas armaduras,
cerrando los puños sobre los martillos.
Los hombres del norte probaron el filo de sus espadas,
las capas recubrían sus escudos redondos.
Algún que otro mago despistado despertó sobresaltado,
lanzó sus hechizos y el espejo se los devolvió
quedando fuera de combate.
Los demás temblaron de miedo,
recluidos en castillos que nos los protegerían
en ese día aciago.
En la montaña del norte el enorme guardián
se jaló la barba, meditando un instante antes
de invocar a la enorme bestia.
Esta le lamió el rostro, luego tomó su pesado
martillo y comenzó el descenso rumbo
a la llanura de la batalla.
II) A las armas.
A las armas,
a las armas,
que llega la horda orca
y se llevan nuestras provisiones.
Tomad las espadas,
dejas los picos y las hachas,
corazas de acero,
mallas de mithril.
Muy lentos estamos,
esos bárbaros del norte
pillan nuestro ganado
y se escapan en sus
naves dragón.
Dejen a un lado
las cucharas y el cemento,
es día de paga y los demonios
vienen con los nigromantes
a sembrar su cosecha macabra.
Dejadlo todo
ya es demasiado tarde,
nos han derrumbado el bastión
y las luces se han apagado.
III) Akira.
A través de un cielo en calma,
esas nubes pasajeras anuncian algo,
cruzándolo cómo un ave libre
sintiendo la brisa en su rostro.
El enemigo está cerca,
el poder oculto será liberado
para que la pesadilla llegue
a su fin, en medio de toda
esa energía que irradia
un guerrero venido de otro mundo.
IV) Locomotora.
Un tren anaranjado
echando humor por el frente
cruel dragón de éste mundo.
Afuera están los cuerdos,
los locos se han juntado
y se pagan éste viaje.
Zigzagueando por la tierra
sin fronteras ni banderas,
va la locomotora a toda marcha
hacia un nuevo amanecer.
V) La excursión.
Una excursión a mi cerebro
algo totalmente inédito
y a la vez peligroso.
Veo orcos desfilando
con enanos portando martillos
atrapa tormentas y guerreros
nórdicos gritando por Odín.
Mariposas volando en torno
a un fresno gigante,
una loba custodiando una caja
en donde hay niveles secretos
y una mujer danzando
en medio de un vendaval.
Todo esto venía incluido
no tuve que pedir nada más,
pues así soy inmensamente feliz.
VI) Alicia.
Mi profesora de primer año
de la secundaria, llamada Alicia,
no por vivir en el país de las maravillas
sino por llevar un montón de cadenas,
me puso un tres en el primer examen
de lengua y literatura.
Le dedico estas líneas
para mostrarle como sigo
tratando de equivocarme.
VII) Ahora que.
Ahora que el fuego ha caído
no queda en donde esconderse,
así que sin más remedio
blandiremos el acero.
Nada nuevo
esta escena ya la he vivido,
de la luz a la sombra
repleta de demonios que abatir.
Todo cae ante los golpes que asestamos,
todo incluso los muros en donde se refugiaron.
Al final el yelmo pesa tanto como la espada,
descansando en mis manos y sintiendo
la caricia del sol al final de la batalla.
VIII) Antes de la batalla.
El viento sigue soplando
quitando las huellas de nuestro paso,
algunas simplemente perduran
en el camino que recorrimos.
Resuenan los tambores,
el sonido de las espadas
recubre de nuevo la mañana,
el cielo tiene un tinte violeta,
beberemos antes de la última batalla.
Luego será el tiempo de confrontarlos,
han venido hasta nuestra puerta
estos demonios escondidos
detrás de la avaricia y la traición.
No quedara nada de ellos,
nuestra marca en la arena será
eterna mientras el reloj siga corriendo.
Después la brisa de la tarde
traerá paz a éste mundo que compartimos
y el fuego reavivará nuestra historia.
IX) Amuleto.
El fuego ardía, el anciano había dejado su cayado
a un costado y parecía dormir.
Era una noche sin luna, negras nubes habían cubierto
el joven cielo de ese mundo.
Podía sentir en el sueño en el que estaba sumido
una presencia que carecía de forma física.
Todo a su alrededor comenzó a oscurecerse
pareciendo salir del sopor onírico,
cerrando la mano en torno a su amuleto.
No era más que un guijarro forjado por
el océano, sin marcas, tan solo una
superficie pulida.
La oscuridad cobraba forma ante él,
sentía un poder antiguo tratando
de entrar a su mundo.
El aire alrededor pareció tornarse
irrespirable, sólo el fuego continuaba encendido
mientras recitaba su oración.
Tú que has creado éste mundo
de los restos de los gigantes,
que puedes ver incluso detrás del
más grueso de los muros
y en los corazones de los hombres.
Qué te has sacrificado
para traer de vuelta a la vida
a los que caen en batalla
y que has estado aquí desde
antes de nuestros enemigos,
Padre de Todos Nosotros,
asísteme en esta hora de necesidad.
Y al terminar lanzó un grito de guerra
arremetiendo contra el demonio,
blandiendo su espada con ambas
manos mientras apretaba la piedra
que portaba.
Como respuesta un relámpago iluminó
la escena, cegando a su enemigo y atravesándolo,
el trueno resonó ominoso en el cielo
dando paso a la lluvia que se ocupó
de despejar la oscuridad reinante
mientras el viajero se apretujaba su capa,
reanudando el viaje.
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