Primer cuadro)-.
En la mazmorra, atrapado a la noche,
intentando hurtar un poco de comida
de las alacenas reales esos guardias
me sorprendieron y no pude escapar
hacia las sombras de los toneles.
Encerrado,
solo un vulgar ladrón soy pese a que
en otra época me dedicaba a escribir
sobre algo parecido a todo esto
pero mi memoria se niega a recordarlo,
apenas vestigios como los del pan
rancio que me han dado de almuerzo
las últimas semanas de esta agonía.
Segundo cuadro).-
El Rey Leal lucía preocupado,
sus vecinos orcos clamaban por ayuda
lo que parecía una pesadilla.
Legiones de piel verdes acampaban
frente a las murallas en la que se apostaban
los arqueros a la espera de soltar las saetas.
Su consejero lucía cansado,
el bufón se veía aburrido
y el viejo escriba no cesaba en hurgar en
lo profundo de sus narices.
A todo esto,
tenía a emisarios elfos y enanos
esperando en la otra sala.
Demasiadas exigencias para alguien
que sólo había querido pintar
esos cuentos que su abuelo le contaba.
Parecía que no quedaba ya tiempo
para otra cosa que no fueran problemas.
Tercer cuadro).-
Los magos no sabían un conjuro que sirviera,
los guerreros no veía a un enemigo al que golpear
y los ancianos cuchicheaban sin darle nunca
un punto de vista claro.
Su reino, la vida que conocían se acercaba al final
en la forma de una plaga amarilla que consumía
los límites de las tierras conocidas.
Ya nada quedaba del bosque de los elfos,
las montañas del norte se habían desdibujado
en el horizonte del destino.
Y su escriba seguía con la misma manía.
En eso vio la lista de juicios,
un solo hombre atrapado en los calabozos
un par de noches antes.
Aplazó la entrevista con los embajadores
de las otras naciones, trayendo al harapiento
individuo a su presencia.
La pena era la amputación de ambas manos
pero en lugar de ello le pidió que
pintara algo con ese extraño documento
que portaba. Y así fue.
Cuarto cuadro).-
Las líneas surgen en mi mente,
puedo ver el comienzo de la historia.
Los colmillos desafiantes del orco y del lobo,
la lealtad de los elfos, la obstinación de los enanos
y la determinación de esos caballeros.
Vuelvo a poner la forma de las montañas
en el horizonte, las estrellas en la bóveda
llamada Gimli y al dragón naciendo
en un páramo desolado.
Todo cobra sentido una vez más,
el amanecer viene para estos personajes
olvidados en la forma de historietas
que la vieja Editorial Huargo reflota.
Quinto cuadro).-
Me ha llegado el primer volumen
de la recopilación de los trabajos
de los últimos diez años
y me ha llenado de felicidad
ver a cada uno de esos personajes.
Los orcos guerreando contra las sombras
de su pasado, los hombres del norte yendo
a la batalla entonando un himno y las manos
de la hija de ese guerrero sosteniendo
una pequeña flor frente a las brillantes
armaduras de los caballeros.
Al Rey Leal recibiendo a los mensajeros,
mientras su consejero sigue en otra cosa
y el escriba con su manía.
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