Ni la capa, ni la máscara
la nuestra no es una historia
de héroes con final feliz.
Nada parece seguro,
no hay explosiones
ni grandiosas entradas.
Sólo patear día a día
la calle en busca de lograr
algo mientras otros
se benefician de nuestro sudor.
Ahí vamos, sin marcas ni músculos
tallados en un gimnasio
con esperanzas y sueños
que muchas veces se vuelven bofetadas.
Nada de escalar un acantilado
sólo exploramos continentes
con nuestra infinita paciencia
y las suelas gastadas dan muestra
de esto, la del anónimo que no
figura en ninguna pantalla
pero está en todas partes.
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