Los piel verde vinieron
liderados por el Terrible
y la Princesa Morena
tomó su báculo para enfrentarlos.
El Guardián del reino, Martiniano El Irascible,
había partido hacía dos lunas en busca
de la ayuda de los gusanos del desierto.
Se decía que el que los encontrará,
y sobreviviera a una batalla con ellos,
podría acceder a un poder ilimitado
capaz de doblegar a cualquier enemigo.
Los encantamientos de Morena
mantenían a raya a las fuerzas brutales
del Terrible, Señor del Foso Perdido,
porque nadie sabía en donde se encontraba
Montado en un lobo negro como la noche
combatía con su espada oscura
a los golems de piedra que custodiaban
la entrada al Palacio.
Y en eso un cuerno sonó lejano en la colina
del oeste por donde había partido el Guardián,
los orcos miraron al nuevo enemigo
y quedaron deslumbrados por el brillo de su montura.
El gusano se arrastró por sobre el verde prado
alternando fulgores rojos, verdes, violetas,
naranjas y azules que hicieron temblar de miedo
a los piel verde, mientras dejaban un tendal
de escudos y espadas abandonadas.
Martiniano miró al Terrible y viendo que ya no
había batalla lo invitó a tomar el té,
en las tacitas de porcelana que la tía
Moonspell les había regalado.
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