sábado

Cómo empieza la locura

I)

A todos aquellos que hemos visto pasar
y a los que nos ven existir,
sabiendo que todo se prolonga 
más allá de esta vida que compartimos.

Los recuerdos se agolpan,
la situación en la que me encuentro
los hace salir, el carcelero de la memoria
esta noche se ha dormido.

Tres hermanos avanzan juntos por
una calle de tosca, el sol del otoño
ilumina sus pasos, sobre todo los 
de la más pequeña que se rezaga.

Un tractor recorre el campo
en la hora de la siesta,
abriendo surcos para deleite 
de unas cuantas gaviotas 
venidas del océano.

La vieja madera de un pupitre,
cubierto de las marcas de los 
que pasaron por él, resuena
al compás de los golpes 
que con las palmas 
le propina su ocupante.

El llamado de mi abuela al caer
la tarde me saca del ensimismamiento,
tal vez ahora pueda oír lo que trataba
de decirme antes de emprender el viaje.

Un viejo soldado, venido del otro lado del mar,
yace recostado en su lecho
sabiendo que los santos se han ido derrotados de la República 
y ve llegar un dos de julio en la eternidad.

II)

Ha sido tu espíritu el que vi pasar,
una rosa blanca se marchita sobre la piedra
si el viento no la reclama para sí.
Lástima que no entendiéramos
que sólo estamos de paso.

III)

Lamento no poder seguir abrazando tu cintura,
las curvas de tu cuerpo y tus pechos urgidos de besos,  
tu vientre, tu ombligo, las sombras en donde comienza
tu parte más ardiente, crisol de vida y esperanzas.
Lamento tanto estas palabras de despedida,
pero el tiempo se ha llevado todo dejándome
sólo las cenizas de la noche pasada.

IV)

Durmiendo abrazados, sin más tapujos 
que las sábanas que nos recubren.
Que el calor de nuestros cuerpos
sea todo el sol que necesitemos,
bebiendo el agua de los besos 
que nos brindamos
y perdiéndonos en un mar cálido
llamado amándonos.

V)

Cuando las luces se han marchitado
en esta hora tan oscura en la que el
oro no es sino cartón pintado,
es que uno toma conciencia de lo
que importa mientras transita 
por esta larga carretera que
parece no tener fin pero
que esconde en cada cruce
un acertijo acechando.
Otro más se ha ido
alguien a quien conocí
tornando la escena gris,
todo queda congelado 
en esta tarde de verano
y hace que aquello que 
llamamos problemas
sean cosas nimias.
Uno acumula recuerdos
hasta que la ficha cae del otro lado,
entonces lo demás no es importante
lo que hemos pospuesto largamente sí.
Heme aquí dibujando estas líneas
tal vez algún día otro las escriba
por mí, yendo a un lugar mejor.
La pluma parece no secarse
o al menos esa es la ilusión
que creemos mientras estamos.
Como náufragos nos aferramos
a los restos de la tormenta,
a esa balsa llamada esperanza
en medio del océano
que todo lo da pero que también
reclama su parte, aunque no
tengamos conciencia de ello.

V)

Partes, el remolino marca tu paso,
la lluvia de la mañana se ha detenido
aunque no se ha ido del todo.

Las calles se ven desiertas,
la casa vacía marcando tu ausencia
apenas interrumpida por las gotas
que se desprenden del tejado.

En lo profundo sé que la tarde
te traerá de vuelta pero por
ahora he de conformarme 
con esta espera agridulce.

VI)

Llámame a cualquier hora
que sí no soy yo el que vaya
por ti ¿quién entonces?,
cuando el mundo duerme
olvidando la mañana
y dándole rienda suelta
a los excesos de la noche.
A los demás no les ha de importar
lo que nosotros tenemos,
que no tiene forma física 
pero existe y está hoy
aquí, uniéndonos como al principio.

VII)

Y la batería seguirá sonando
en alguna parte de éste cielo gris,
recordando el tiempo en el que
golpeabas el pupitre de una de
las viejas aulas del Almafuerte.
Ese espacio ha quedado vacío
igual que aquel que en esta vida
marca tu ausencia, como la
de tantos otros que han recorrido
éste camino desconocido.
Te vas tras ese cruce
pasando la niebla que recubre
el sur de la provincia, rumbo
hacia el sol que ilumina aún
en la eternidad.

VIII)

Te amo
desde que la lluvia te trajo
caminando entre gruesas gotas
de un sábado maravilloso,
desde el momento en que abriste 
la puerta de un lugar que no 
está cerrado para mí
aunque alguien, que se llevó un pedazo
de mi corazón, haya querido lo contrario.
Y ahora, cada paso tuyo 
haciendo todo tan sencillo
me obliga a ir como un gigante,
para no perderte en medio de éste
mundo loco, en el que tu luz
brilla casi tanto como el sol
que nos mantiene vivos.

IX)

El sol comenzaba a desaparecer sobre una esquina de la pampa,
los restos de las naves se amontonaban en la entrada al pueblo
y el frío se hacía sentir en el lugar.
Lo peor había pasado, solo era un montón de hierro y plástico
desintegrado, nada comparado con las heridas que marcan la carne.
El sol se fue, la esperanza regresó un rato antes
cuando vimos tu silueta y tu sonrisa
mientras regresabas con nosotros.

X)

¿Cómo empieza la locura?,
simplemente con algo pequeño
que se vuelve una enfermedad 
con los años.
Aunque lo disimulemos
entre los pasillos de la vida
ajetreada que llevamos
y los momentos de plenitud,
camuflada a la espera
como la bestia entre las sombras.
A veces los pensamientos nos invaden,
imaginando cosas que fueron, 
pudieron ser distintas.
Y una vez más 
apenas un paso
te separa del abismo
que insistentemente te llama,
pero que niegas al igual
que la naturaleza brutal
que encierras en ese
capullo perecedero.

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