Veo un faro, encendido incluso de día. Cada tanto marca la llegada de un nuevo náufrago, a la Costa Literaria.
Su mar nos entrega una obra distinta diariamente, sólo debemos buscarla y recibirla agradecidos.
Esa luz no deja de brillar, porque en su seno mora la facultad de crear que existe en cada persona. Así que alimentar esa señal es un trabajo de toda la vida.
Cuando nos hayamos dirigido hacía el horizonte infinito, nuestra obra quedará marcando el camino a seguir.
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