Un partido de polo sub doce, con enormes
chupetines por palos y tomando prestado
los pequeños unicornios de la calesita
de plaza Morena, ahí cerca de Alfonsina.
También usemos los caballitos que han sido
retirados de su lugar, el blanco y negro, el
rojo furioso y el celeste cielo, así no se sienten
menos que los otros.
Incluso llevemos los pinceles, las pinturas
y dejemos volar nuestra imaginación,
así pintaremos el campo de juego
del color de un atardecer ventoso
llamando a todos los que quieran
a unirse a éste último gran invento.
Pueden venir los que amamos,
un can gris oscuro, una loba negra,
una bola de pelos marrón, el carro
de pochoclos, tías, sobrinos, hijos,
abuelos y hasta quien vaga sin rumbo
con la mirada perdida, buscando
el hogar que le ha sido arrebatado.
Así el marcador tendrá un resultado infinito.
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