sábado

Herradura

La casa aguardaba la vuelta, tocó las viejas teclas de la Remington y esta sonó como antaño. Sus pasos se unieron a los de los otros moradores, el viejo árbol no quiso perderse el espectáculo y se aferró a la vivienda.

Dejó a un lado la vieja época, yendo por el sendero nuevo en el que contrastaban el pasado y el presente, hasta el muro que los dividía. Allí crecía un árbol de granadas, tomó una y regresó a su infancia.

Recordó la vieja casa en el campo, a su madre llevando la ropa hasta el aljibe y el sol trepando lentamente sobre el este, hasta acariciarle el rostro cuando iniciaba sus labores diarias.

Y a la herradura que había encontrado enterrada en el patio, tirarla hacia atrás trae suerte. Así lo hizo, sintiendo un sonido de vidrios rotos y poniéndose a llorar mientras la mano bondadosa de su madre lo consolaba.

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