Sólo ciertas cosas pueden detener mi andar victorioso,
cruzando por la estación solitaria del invierno
frente a las narices del viejo Pietro
que se empeña en morder mi momento de gloria.
El viento me lleva rauda
igual que la corriente del río
hacia donde se le antoja,
nada de besar redes como
algunas de mis hermanas famosas.
Aquí soy la estrella del espectáculo
entre esos bajitos que me dan puntapiés,
coreados con sus risas
y unas cuantas narices rojas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario