I).
Venía huyendo en esa noche
cuando encontré un fuego amigo
junto al que curar cada herida,
al lado del mar.
Ella no se lanzaba al camino
usaba una capa etérea
cubriendo su belleza con harapos,
pero fallaba.
Ominosa la sombra de la duda
apagaba aquel brillo de nieve,
pero las estrellas resplandecían
como un puñal.
La conversación drenó el veneno,
lo encontré convertido en tinta
aunque intenta tomar otras formas
la pluma vive.
Conocí con el tiempo tus poemas,
ocultas las penas tras los destellos
de las luces de esos escenarios
que son tu vida.
Con cada paso es otro adoquín
marcando el camino elegido,
tu obra tiene lugar en la plaza
eterna plaza.
II).
Tres versos de once silabas y uno de cinco silabas, acentuado en la primera (no siempre lo logro).
Vine con las luces de la mañana
vuelvo con las estrellas en la noche,
parece que fuera una constante
éste paseo.
No hay lugar para mí en el bondi
por eso siempre me voy por los caños
anhelando un sitio de reposo,
mi trajín diario.
No quiero hacer esto cada día
sólo deseo sentarme un rato
bajo la sombra de esos eternos
álamos grises.
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