De todas partes del mundo
han venido hasta éste lugar,
a través del Océano
que sólo es uno pero tiene
demasiados nombres,
como si con ello le hubieran
querido poner un sello de propiedad.
Del fuego que devastó la ciudad
cuyos muros eran inviolables,
a través de los caminos que conducían
hacia un solo lugar viajaron
y se asentaron aquí ellos, inmigrantes.
Costumbres y lenguas distintas
fundidas en un solo crisol,
para dar lugar a la Patria que
resplandece aún color plata,
aunque el saqueo haya sido enorme
y la memoria muchas veces falle.
Y así cargando al anciano Padre
entre sombras, fuego y esperanzas,
se hicieron a la mar buscando
la tierra a la que llamaron hogar.
De distintos pueblos hicieron una
sola nación que nos pertenece a todos,
aun a los que moramos en la otra orilla
porque la sangre de Eneas corre
por nuestras venas y mientras haya
uno de nosotros siempre perdurara
el recuerdo como un tambor
latiendo en lo profundo de nuestras almas.
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