La noche llegó,
algunos demonios
quebraron las barreras
entre los mundos
y se internaron en el bosque
del norte, buscando la sangre nueva.
La aldea de los hombres de guerra
parecía una fortaleza,
sin embargo llegaron con la niebla
tras la sangre de la pequeña niña.
El enorme salón de escudos
estaba en silencio,
apenas unas débiles llamas
daban alguna señal de vida.
El hogar de la pequeña se encontraba
lejos de aquel lugar,
los tres demonios se detuvieron
en el umbral topándose con
un par de ojos dorados.
Se multiplicaron, en un instante
eran cientos de llamas
petrificando a las criaturas,
el viento soplo volviéndolos
polvo y entonces Bola de Nieve
regresó a dormir cerca de ella.
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