Levantemos las copas
que el vino viene desde el cielo,
en forma de lluvia ha de humedecer
las gargantas de más de un testeador
de la vid, que nos ha de sumergir en
más de un sueño aunque algunos
somos moradores asiduos de ese mundo.
Vid que es vida, purpura, violeta,
tormentosa y pasional como pocas,
tanto como el corazón de una mujer
que ama de la única forma posible:
sin ningún límite, aún con riesgo
de ser tachada de loca.
Vid, musa de todas mis pasiones
que hoy se han de desencadenar
como todas las veces una vez al año.
O varias veces.
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