¿Qué es educar?, si fuera sólo transmitir algo para que una idea germine sin esperar ninguna reacción violaríamos todas las leyes de la física. Es precisamente porque el sistema educativo se funda a partir de la idea de educar para el trabajo, concederle únicamente dos alternativas a la persona en formación: trabajar o terminar en la cárcel.
Las dos son formas de control, pero basadas en distinto tipos de cadenas: la de la educación son mentales y las de la prisión físicas.
Un modelo educativo clásico basado en la fábrica, presenta procesos, normas de calidad, control constante del producto y un rechazo acérrimo por todo aquello que no sea homogéneo. Ahí es donde la cultura choca con el modelo, todas aquellas vivencias, historias, tradiciones y valores que una persona trae de su entorno (familiar, barrial, amistades, etc.) parecen colisionar con la idea de educar a la masa bárbara y evitar que las voces se alcen.
Pero eso sería como tratar de destruir la esencia misma de la naturaleza humana, la libertad en todas sus facetas tiende como el agua a buscar una salida cuanto más traten de apresarla. Así, el ser humano es tal por el hecho de poder elegir que hacer y hacia dónde ir.
Es entonces que el viejo modelo homogeneizador, propio de una sociedad de clases que trata de mantener la verticalidad, colapsa ante la herencia cultural de las personas. Los individuos no son todos iguales, no piensan de la misma manera ni se comportan unos como un calco de otros.
Claro que pese a los avances que se han dado, seguimos teniendo viejos resabios de épocas pasadas: planillas de asistencias, avances académicos, exámenes, planificaciones y resoluciones que ven las cosas en forma global, pero que muchas veces ceden ante lo imprevisto.
Muchas veces diciembre nos encuentra planeando las cosas para el siguiente año, en medio de la vorágine de las fiestas y el final de un ciclo con todo el cansancio del mundo. Expectativas de logro, objetivos, fundamentaciones, bibliografía, formas de evaluación, todas buenas intenciones de algo que es totalmente incierto.
No hay planificación que resista ante un paro docente, una escuela que no está en condiciones, una alerta meteorológica en una zona de cincuenta kilómetros de largo por tal vez dos de ancho o cualquier otra situación que pueda formar parte de un currículo oculto.
Pese a los obstáculos, a las mil formas de complicarle la vida a un docente y a la existencia de determinados seres que conciben a la educación desde el lado de las posibles ventajas, educar es un acto de aprendizaje eterno.
No hay forma de que al enseñar uno no aprenda, sería como negar la existencia del otro lado de la moneda. No se trata de dos caras, de dos polos opuestos sino de exactamente lo mismo. La cultura, como todo aquel conjunto de cosas que heredamos a lo largo de nuestras vidas se nutre de experiencias y la educación no está exenta de esto.
Es cultura un juego de canicas, de cartas intercambiables, de emuladores de consolas por medio de esa plataforma múltiple que es una computadora personal, una frase en internet, la búsqueda de material, una foto, el envío de un archivo, una postal, una puesta de sol y un mate. Todo encierra cultura, mal entonces podemos tratar de limitar a la cultura entre cuatro paredes y tan solo con un cronograma de cursada.
Enseñar, aprender, equivocarse y seguir aprendiendo constituyen cultura, desde Seiya de Pegaso hasta el Libertango de Astor, todo está atravesado por la cultura y la educación no escapa a ello.
Entonces, ¿qué es educar?, dejando de lado la estructura del sistema escolar (con atenuantes en esta época, pero orden al final de cuentas) diría que es un proceso abierto a diferentes miradas y opiniones, en el que han de coexistir las reglas fijadas por los que planifican con todo lo imprevisto, desde un embarazo temprano hasta un día lluvioso.
Por ello la cultura no conoce de reglas, sería imposible encasillarla y definirla desde una serie de parámetros dado que escapa a todas las escalas de medición. Es un sismo más allá de Richter, una mezcla de ideas, experiencias, colores y sueños.
Educar es cultura, aprender es cultura y como todo lo que encierra cultura es humano. Así que piénsenlo dos veces antes de recluir a una persona en un casillero que contenga sólo un código binario.
Existen otras formas de evaluar, eso hace a la cultura aunque parezca que un sistema como el escolar necesariamente deba morir en la nota final. La nota es únicamente un medio, la cultura algo imponderable.
Soy el resultado de un sistema estructurado llamado educativo, de uniformes y pedazos de conocimiento resumidos en guías de estudio, de técnicas de estudio que no me sirven para vivir ya que no hay nada cierto excepto que lo que dejemos ha de sobrevivirnos.
Educar es un acto de fe, en medio de un planeta que pareciera caerse en pedazos es plantar un fresno en donde los diferentes mundos puedan florecer.
Es dejar algo que trascienda, más allá de nuestras existencias y deseos. Es amar lo que uno hace, dejando una parte en cada instante que le dedica a aprender y enseñar.
Es lo que me hace humano.
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