Beber es humano,
así que bebamos
y alcemos las copas
rebosantes de Malbec.
Entonemos un himno de batalla,
para que su eco sea un susurro
en la noche previa a la contienda.
Al amanecer los jinetes cabalgarán
como reyes de metal,
incluso la doncella irá
montando un corcel de hierro.
Y el acero, guardián ciego,
traerá una sonata fría
como la ventisca del sur.
Hasta ese sacerdote pagano,
que anoche cantó con nosotros,
vendrá a lavar sus pecados
en esta última carga
hacia la gloria.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario