Y allí estaba, viendo una imagen que no debería,
pero cuando la nostalgia invade no hay nada que hacer,
los vidrios de la casa se han tornado opacos
demasiado humo acompaña el lento paso de las horas.
Sentía que había algo, pero como siempre decidió no
explorar más allá de lo que estaba a la vista,
apenas una sonrisa cada vez que se cruzaban.
Recordaba lo hermosa que era,
tanto tiempo había pasado
pero esa era una flor que no se marchitaba
y entonces recordó que ya no tenía veinte años.
El viento del sur le golpeó el rostro,
no sea cosa que se detuviera olvidando
que las barcas estaban por volver.
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