Los ojos nuevos ven el mundo
con la curiosidad de su dueño,
una hazaña trepar hasta los hombros
de quién vela por ti.
Las manos pequeñas descansan
entre los dedos gigantes,
cualquier hora es buena para jugar
y dejar escapar los sueños.
La brisa que se cuela por la ventana
sacude la maraña de cabellos,
viendo divertida como a tu madre
la despeina una mano invisible.
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