Él tenía un veneno distinto para cada plaga,
las hormigas eran sus acérrimas enemigas
y sus rosas su preciado botín.
El alcohol era su veneno,
acuñar bienes materiales su enfermedad,
y en esa mañana cuando descubrió
que los pétalos jóvenes habían sido
consumidos la noche anterior
estalló en ira y vació todo el contenido
de los envases que había guardado
a lo largo del jardín.
No pasó mucho tiempo hasta que notó
el error que cometió, ya que las plantas
empezaron a morirse ese mismo atardecer.
Durante su vida acuñó cuantiosas riquezas
y muchos enemigos, en su locura no se percató
de la cuerda que se alojaba en torno a su cuello
comenzando a apretar mientras él contemplaba
estupefacto como su jardín se deshacía de a poco.
Al final la casa quedó rodeada de una niebla
espectral y hay quienes sostienen que se lo escucha
murmurando mientras busca a las hormiga,
aún en la eternidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario