martes

(In)Civilizado

I) Civilización.

El ser civilizado recibió las ascuas y las estudió complacido,
los fuegos debían permanecer encendidos eternamente
hasta que descubrieran como manipularlos.
Obra de los dioses dijeron los alfiles,
hasta montaron un espectáculo de veneración
en cada estación del año y cobraron por ello.
Sólo los más ricos podían realizar ofrendas,
a los de las clases bajas se les permitía ver
pero sin que sus voces fueran oídas.
Y el patriarca analizaba aquella masa ígnea,
mientras su pequeño hijo lanzaba una barca
al mar interior de donde los trirremes
partían en busca de nuevas tierras.

II) Bárbaros.

Navegando a través de océanos embravecidos 
encontraron el paraíso y le pusieron precio
a la vida de sus habitantes.
Mancharon con la sangre de los pueblos pacíficos
aquel templo de la creación,
drenaron los recursos que allí existían
hasta dejar una cascara vacía.
Cercenaron los miembros de los que reclamaban
la piedad de esos dioses que traían la salvación
y con el elemento primitivo dejaban sólo
llamas detrás de su paso conquistador.
El pequeño que jugaba en el mar lejano
se convirtió en general de esos emisarios,
tiñendo de rojo el mapa de la conquista.

III) Liberador.

Existo porque hago la guerra,
mis balas son más fuertes que cientos de palabras
y mis armas el respaldo, el único, que necesito.
Vengo a liberarte de tu cultura, tus tradiciones
y a instalar un servicio de comida rápida
que refleja nuestros más altos valores.
A cambio sólo te pido que me dejes usar
los recursos que yacen debajo del suelo que pisas,
ese por él que ahora corres libre gracias
a nuestra justicia infinita.

IV) Insurgente.

Recluido en una prisión, en medio de nuestra propia tierra,
sin juicio ni defensa alguna, todas las presunciones están
en mi contra y mi único crimen ha sido proteger mi casa.
Ellos vienen en medio de la noche con su modernidad
a destruir tradiciones y violar humanidades,
danzando como las marionetas de un titiritero
que sólo le responde a grandes intereses.
Nos llaman rebeldes, insurgentes y resistencia,
cuando únicamente hemos tratado de defendernos 
de una agresión no provocada.
La razón la tiene él del arma más grande,
el resto del mundo civilizado mira hacia un costado
y sigue con su vida mientras nuestra sangre es vertida.

V) Esperanza.

Veo un mundo de paz, tal vez no sea éste,
en donde el único fuego es el de un sol eterno
y los arboles resplandecen de verde
como la esperanza que anida en la pequeña mano
que acompaña el andar de la madre y del padre.
Tal vez en algún lugar quede algo de ello,
tal vez un día la única arma de destrucción masiva
sea la sonrisa en tu rostro con la que despiertas
cada una de esas mañanas.

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