Cruzaron la tierra
dejando un escenario
gris y rojo,
reduciendo a cenizas
aldeas y cultivos,
bebiendo sus filos
la sangre de los débiles.
Una plaga,
ejército oscuro
sobre corceles oscuros,
arribaron al valle
en donde todo resplandecía.
Verdes prados,
agua fría,
un puñado de almas
aguardando en los sembrados.
Los hombres de armas llegaron
a tomar lo que querían
en su paso arrasador,
que esta vez encontró lobos
ocultos tras la piel del cordero
para caer sobre ellos purgándolos.
Un tendal de escudos rotos
las monturas esparcidas,
espadas quebradas
devorados por el fuego,
mientras en lo alto
las fogatas en los cuatro puntos
sirven de guía para los desposeídos.
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