El agua fría de la montaña,
el mejor Malbec allá donde
el viento sopla suave,
no han conseguido apagar
nuestra sed por la batalla
guiándonos a través de
la tormenta de acero y sangre
cuando los relámpagos cubren
el manto negro y nos aprestamos
a la carga contra nuestros enemigos.
Martillos, espadas y escudos,
todo fundido en una escena
eterna mientras la gloria
aguarda dormida a que la
reclamemos en su blanco castillo.
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