Primero esos ojos marrones
captaron nuestra atención,
después fue un ser pequeño
envuelto en una manta
enorme que la cubría
del crudo invierno.
La tercera estrella apareció en
el firmamento, trayendo el amanecer
antes de que el sol saliera.
Cuando las tres titilaban
como fuegos ardientes
en el manto negro,
se produjo el eclipse
trayendo más oscuridad
por un instante.
Al disiparse un cuarto fuego
acompañaba a los otros tres,
como relojes que marcan el correr
de nuestras vidas mientras ellos crecen.
Para Morena, Julieta, Clara y Martiniano,
que me han hecho ver lo hermoso
de estar vivos.
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