Gritó, una especie de desgarro en el alma y su interlocutor retrocedió espantado, apenas entendía los motivos de aquella agresión, intentó durante los momentos posteriores atar los pedazos de palabras que lograron traspasar el silencio. Había nacido así, ajena al ruido de este mundo que muchas veces confunde a los que tienen todos los sentidos, una verdadera guerrera desde la cuna. El resto debía estar atado a procesar una serie de datos para saber que era útil y que un peso, pero ella simplemente andaba dando vueltas por la vida sin prisa alguna. Podía ver en las expresiones de los demás todos los sentimientos, también las trampas que encerraban ciertos comportamientos y eso equivalía a tener las llaves del alma. Una especie de don escondido detrás del hecho de no escuchar, no había otra manera de llegar a ella que no fuera despacio, siempre de frente cosa de poder deducir ese último mensaje tan importante. Un par de gestos de las manos resumían cientos de palabras e imágenes, tan solo tres movimientos contenían todo el mensaje encriptado y muchas veces encontraba caras sorprendidas. Así que ahí podían empezar los gritos que en el silencio no se escuchan, excepto por la expresión exacerbada de quien lanzó el insulto al aire, entonces ella se sentó en el sofá descolorido comenzando a unir la información. Todo el motivo de la discusión tenía que ver con ese enorme problema repleto de pulgas que ahora estaba debajo del auto, cuando la vio en la tarde pudo darse cuenta del dolor que esos dos ojos marrones encerraban en el alma. Era la tierra misma que extendía la mano una vez más, su ladrido sonaba como música para ella pero los demás sólo veían otro despojo que alimentar, ahí radicaba toda la cuestión. También era el problema que en ese momento enfrentaba su pareja, hacerse a la idea de que serían tres en lugar de dos meros náufragos inadaptados viviendo cómodamente. Cuestión de que la noche le enfriara las ideas pensó, a la larga del fuego sólo quedan rescoldos así que sería una espera de unas cuantas horas y luego todo volvería a la normalidad. A los demás les costaba poco perder la paciencia, pero a la Flaca le sobraba de ese extraño líquido que había bebido desde los comienzos del tiempo mismo, una vez que la tormenta pasó los demás deberían intentar reparar el puente que derribaron cosa de que se restablecieran las comunicaciones. Por eso era necesario andarse con cierto tino, elegir bien las palabras pero sobre todo los gestos dado que una mueca va sin sonido alguno, por lo que puede ser interpretada de diversas formas. Mejor pensarlo dos veces antes de mover un músculo, no sea cosa que luego haya un silencio trágico que deba ser cesado a fuerza de rechazos e intentos nuevamente de negociar la paz.
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