Es una de esas noches frescas de febrero hace unos cuantos años, a diferencia del resto de los congéneres de mi edad no busco compañía en esa jornada como tampoco un trago de esos que empiezan a acumularse en los estómagos marcando ciertas cuestiones futuras. Me he llegado hasta la sala de recreativas que también opera como bar y lugar de socialización aunque en ese punto no pretendo lo último excepto por la máquina que estoy buscando. Observé el sitio un rato antes, otro guerrero se encontraba atareado intentando evitar que lo ultimaran y en el deambular por entre los fichines encendidos pues le perdí el rastro. Tal vez terminó como su alter ego derrotado en una mazmorra plagada de las señales incuestionables sobre el precio más alto pagado por sus antecesores o bien pudo haber salido victorioso. En una de esas se trasladó a otro escenario buscando un paisaje un poco más paradisiaco que recorrer alegremente pese a las rocas en el camino y algún que otro ocasionar miembro de un enjambre que parece no tener fin. No hay nadie en conclusión, el resto del mundo se va una vez que una de las tres fichas que poseo en esa ocasión se pierde en las entrañas de la bestia que abre el acceso a uno de los héroes que han de afrontar el siguiente torneo. El primer escenario pasa sin demasiados problemas, incluso puedo emplear la macabra técnica de mostrarle al otro quién está detrás de la máscara para que luego venga un alarido que queda retumbando en la sala. Paso la segunda batalla con idéntico resultado dando con el salón de las estatuas en una especie de anticipo del futuro que nos aguarda, un reto tal vez un tanto más alto pero no mucho así que a la cuarta pantalla. Luego de demostrar las habilidades vendrá el vértigo, el oponente en sí puede ser un tanto problemático pero no es la única cuestión a tener en cuenta además de la necesidad de que quedemos en pie. El cielo se cubre y se despeja de las nubes en forma de algodón que dejan visible a la luna, los segundos pasan, la respiración es contenida en tanto logramos el objetivo buscado y es una victoria sin mancha alguna. En un breve instante he logrado ver que algo más que cúmulos surcando el cielo oscuro, una figura se proyecta sobre la cara pálida de la luna para que la alineación de los astros se complete. Por arte de magia hemos sido trasladados al fondo del pozo, el otro sujeto se mueve más rápido aparte de que emplea técnicas combinadas resultando un tanto molesto por partida doble al imitar mis movimientos así como los del archienemigo shinobi. Un par de pasos hacia atrás para dar el salto pegándole de lleno, repetición de método hasta que se lo pueda derrotar, tétrica forma disponer de un oponente grogui no conformándonos sólo con lanzarlo lejos. Una recompensa suntuosa a los fines de que esa visión en el salón de estatuas nos venga a la mente, tocará al final del crédito volver al mundo de los mortales dejando el combate para otro momento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario