viernes

Malambo (Chalo)

Una bolea para aquel lado y esa estrella ha tenido que correrse aunque a veces un roce en la frente te ha vuelto a poner los pies sobre la tierra, allá arriba en esa inmensidad desde la que se contempla lo diminuto del mundo se ha ido despejando la pista a la que las botas le sacarán brillo definitivo. Lo único que esta vez el telón no será de color rojo salvo cuando venga una jornada ventosa, sino blanco dado que las nubes han sido arrastradas por la fuerza de la cuerda con la que les das caza. Un golpe seco sobre la tarima celestial haciendo que ese cortinado se abra, resplandece el manto de día incluso y en la noche parecen fuegos que se precipitan calentando a los que andamos por acá abajo. En este escenario la estrella de los vientos es aclamada yendo de acá para allá sin dejar lugar en él que hacer sonar los tambores cuyas puntas afiladas hacen saltar chispas, al sol le ha tenido que dar un poco de envidia este espectáculo aunque enseguida ha recordado lo solo que ha estado dándole luz a los que muchas veces prefieren las tinieblas. Ahora es una caricia de la brisa con la que esa mano invisible quita los surcos en el rostro regresando la cabellera para extenderse como una catarata sobre la espalda, una flor de cardo bordada sobre el corazón y la camisa blanca llena de motivos que recuerdan a la pampa. Es este punto el arma resplandece moviéndose como una hélice alimentada por el alma, molino solitario chirriando en el océano verde que refleja al firmamento dejando algunos charcos en medio del desierto de pastizales. El tiempo pinta historias nuevas, descascarando las nuestras de a poco para con sus pedazos crear una argamasa que volverá a emplear para que los fragmentos que fueron nuestras vidas formen parte de otro momento. Momentos que regresan a una escuela perdida allá en el sur de Buenos Aires, en ese lugar indómito en él que un grupo de médanos frenan la ofensiva que viene desde el polo y pagan la osadía cara al ser desarraigados quedando la marea llorando cuando no encuentra a sus jóvenes hijos. Ahora vueltos recuerdos bajo los tamariscos que proveyeron el material con él que ese salón se levantó y en él que danzaste igual que ahora, sólo que en este capítulo bailás entre los astros.

 

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