Encontré un aula desierta, el olor a pintura fresca y el
sonido de un martillo derrumbando paredes. El vacío de las voces que partieron
hacia infinitos destinos, una inscripción en una mesa y un borrador hurtado de
otro salón. Las huellas de la despedida de hace un año y moneda fueron
reemplazadas por marcas parecidas, en todas ellas hay un adiós subrepticio que
no ha sido más que ver cerrarse una etapa. Detrás del telón aún hay caras
conocidas, otras se han ido a seguir con un capítulo nuevo pero siempre dentro
de la obra que implica vivir.
Cuaderno 2, 10.
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