En un cruce de caminos, allá por Las Armas,
chirriaron los frenos y el acero encontró la carne.
Justo en éste cruce tu vida se ha ido,
viejo can del asfalto y del campo.
Tu hermano se quedó huérfano de correrías,
así que el hombre a quien el tiempo
le ha dejado blanco el cabello
te lleva ahora consigo.
En esa nave celeste,
rumbo al sur de la provincia.
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