lunes

Fresno


Suficientes nutrientes producto de los caídos, todo a la larga es arrastrado hacia el lago primitivo del que el océano desciende. Tanta lágrima de mujer se derramó en su desembocadura que le quedó lo salado y el beso final sobre la mano que buscaba una respuesta, a ese naufragio que no les dejaba esperanzas tras varios días de otear el horizonte. Los juncos surgieron de una de esas plegarias, aunque cuando el culto cambió se olvidó la tradición y la traición para con los propios llevó su sangre rumbo al espejo de agua. Después el silencio, las hogueras en la ribera y el adoctrinamiento, los paganos huyeron hacia el interior encontrando refugio en lugares a los que la mano castiga herejes no podía llegar. Un enorme árbol creció alimentándose de los tributos de otros, con el oro se calmaba a las bestias pero en el barro existe el cuerpo para ser machacado. Atados a su tronco para que el viento se lleve los lamentos, las hienas vienen a comer por lo bajo, la tierra es confiscada en el nombre de alguien más y luego otro tallo se eleva hacia el firmamento. Es la hora del olvido, bebe el ruin con el déspota y los ladrones, mantienen en un puño a los débiles que dejan sus generaciones en la degeneración del poder. La corrupción se extiende, cada vez hay más cruces y menos que intenten cambiar la situación, más parásitos que se alimentan de las raíces del árbol. Hasta que este se torna una masa gris, se seca y cuando la última hoja cae, el fuego viene a convertirlo en cenizas. Entonces la basura se vuelve la nada que el océano ha de reclamar en su avance furioso, derrumbando las fortalezas para unir en un mismo destino a todas las clases, el tiempo no distingue en su desgaste diario. Cuando cese la tormenta y la calma retorne, haremos el racconto de lo que quedó de nuestro mundo. Ahí en una pequeña isla florece un fresno, de a poco pobla la superficie que asomó al sol hace un rato nomás. Los juncos le forman una corona, una reserva por si falta alguno que no se acuerde que no somos más que energía y en algún punto regresa esta a su origen. Así que con cuidado da los pasos, pero sin detener el rumbo pese a tanto mal hábito arraigado que en algún punto ha de soltarse y perderse en la lejanía, en tanto se generan mejores conductas olvidando las otras.  

Cuaderno 2, 19.

Zapadores


Gigante saliendo de la casa por la puerta trasera, el rocío que resiste los rayos del sol que se adhiere a las botas y huye con esto hacia las sombras del hogar. Luego se pega al piso en forma de huella, las líneas de una vida quedan allí como testigos de la sequedad al que el viento las somete. Perduran entre las briznas del pasto recién cortado, aunque la época de las lluvias llega enseguida y han de evaporarse lentamente, pero partida al fin de cuentas. En tanto el hombre vuelve al patio buscando los hormigueros, otro asesinato en camino cuando se desarropa a las moradoras y se deja expuesta su descendencia. La labor dura unos instantes, la tierra removida es regresada a su lugar.  Los insectos trabajan para reconstruir los túneles empleando todo lo que tengan a su alcance, incluido el veneno que en granos ha dejado el humano. Tras el correr de los días, la vuelta del rocío resucitado, la evaporación y el traslado de los restos del pasto, hay silencio en el hormiguero. Apenas un vigía que ha crecido en uno de sus baluartes sobrevive a la implosión. Esta no se ha medido pero el horror de tanta vida terminada no es ajeno a las crónicas que la clase dirigente guarda y pronto han de cobrarse la cuenta. Ignora el gigante que las bocas destruidas forman parte apenas de las entradas a un gigantesco infierno que corre bajo la casa  y oleada tras oleada se dedican a socavar aquel monumento al ego humano, que destruye todo lo que toca pero duerme tranquilo. Pues en una de esas noches la construcción se derrumba, levantando allí un nuevo hormiguero.

Cuaderno 2, 18.


Ciclo


Un suave balanceo primero, luego el asunto se vuelve violento y las ramas se sacuden salvajemente. Las raíces buscan un asidero en las profundidades de la tierra, son hilos que se aferran a las rocas que nunca verán el sol. Aunque las piedras tienen otros planes, no oponen la resistencia de otras eras permitiendo que el esfuerzo mismo de la raíz las saque de allí. Se quiebra el tronco cuando un rayo furibundo cae, el fuego sigue como una lengua roja que reduce a carbones las capas blancas que yacían protegidas de miradas curiosas. El agua del lago se ocupa de ahogar a las hojas, las raíces se secan y las rocas contemplan las estrellas con una añoranza muda, entre el círculo que forman las desterradas el enorme roble ha dejado un descendiente que ha de levantarse sobre ellas.

Cuaderno 2, 17.

Tarde


Llegó la tarde, cayó el sol pero siguió hablando a través de las aves que anunciaban los últimos rayos y es entonces que vinieron las penumbras. El juego de las sombras cubriendo con un manto la jornada, luces artificiales con las que le decimos cuánto se lo extraña. Cena, la hora de los sueños puede romper el hechizo de la oscuridad viviendo un día eterno, sin los límites del afuera. La mano del pintor deshace el tono negro, aclara el asunto en otro amanecer en el que se renueva el aire y la tormenta regresa, tal vez en esta ocasión no pase de largo. Ya el rocío preparó la canaleta, la que aloja en una hoja seca el mensaje de despedida del verano y luego se vuelve fragmentos, que corren cuesta abajo hasta ese hormiguero que se construyó con las hijas de un árbol.

Cuaderno 2, 16.


Escolleras


En un intento vano al hombre se le ha dado por detener al mar, primero se paró frente a él e intentó frenarlo con sus dos manos. Luego simplemente empezó a apilar piedras armando gruesos muros por cuyas fisuras el agua amó a la arena. Vuelta la piedra en granos el ser humano siguió peleando una derrota inamovible, olvidando que si dejaban de sacar los médanos para levantar las edificaciones que el tiempo derrumbará, simplemente nada de esto pasaría. Pero ahí están los rascacielos como prueba de la estupidez, intentando mostrar su estado elevado por encima de los demás y no recordando que cuando se pongan vetustos han de ir a parar a la misma pila de materiales triturados, base de los siguientes monumentos faraónicos que no son más que tumbas y silencio. El oro ya se lo llevaron otros.  

Cuaderno 2, 15. 

Carnaval


Los tambores anuncian la llegada del carnaval, aunque aún quedan unos días hasta llegar a la celebración. Sin embargo desde la tarde suenan sin pausa, un coro potente de redoblantes que ha ensayado a lo largo de enero. La noche se llenó con esos estruendos, la tormenta de ayer recibió un tributo por haber aliviado el sufrimiento. En cada golpe sacan la angustia y como alquimistas la tornan en una especie de liberación, será en otro momento que deberán volver a sus habituales vivencias. Por ahora todo se reduce a preparar el ambiente, el fin de semana largo se presta para permitir los festejos sin nubes negras cerca. Esto no es sino una excusa para no estar pendiente de aquello que es lo de siempre, lo de todos los días y podemos dejarlo esperando afuera aunque sólo sea por un rato.

Cuaderno 2, 14.

Embajador


El paisaje urbano se ha ido alterando, la base lunar otrora pista de baile y de copas se tornó un gimnasio. El que vuelve cada tanto nota la manera en la que la mano demoledora renueva el escenario, incluso se ha recurrido al extremo de cambiar a los actores principales por jóvenes desconocidos. Lo que se dice el paso de los años, las modas pasajeras de siempre, es obvio que nos han de resultar extraños. Sin embargo el cine viene a ser ese representante de épocas sin tiempo, cuando la función arranca en ese espacio el mismo se detiene. Historias de antes se vuelven el ahora, lo que vendrá no es sino otra película que nos termine atrapando y generando en esa fascinación una situación que no sabe de momentos históricos. El parangón se puede trazar con un par de fenómenos, que encierran un balón y una pluma. Pero por el momento hemos de quedarnos con la sala a oscuras, una única luz sobre la pantalla blanca y el milagro de los subtítulos, cosa de incluir a varios en ese deleite. El cine encierra un lenguaje único, un par de llaves maestras dan el giro de tuerca y de repente el villano es en realidad un antihéroe, con una historia de vida que concluye en la cima desde la que cae. Pero antes pronuncia un simple nombre, el del único juguete que lo ata aún con su humanidad. Las luces se trasladan al salón, es hora de que el reloj siga corriendo.    

Cuaderno 2, 13.


Décadas


Justo en esa esquina estaba, dos vidrieras y una puerta en el centro, aunque desde afuera era poco lo que podía percibirse. Sin embargo, Orión se encontraba sobre uno de esos monitores de tubo como una especie de guardián del lugar. Aunque los distintos ratones que allí moraban habían llegado a una especie de tregua, el gato estaba convencido, pese al pacto, que con el cable adosado no podrían ir muy lejos. De más viejo aparecerían las versiones inalámbricas y ahí al felino se le quemarían los papeles. La gente acudía allí en búsqueda de soluciones informáticas, léase una infección del sistema producto de un mapa más para jugar y el disco de tres un medio iría a la basura. Pero la máquina seguía enferma, así que con la medicina en su versión 2002 se ocupó de eliminar la infección antes del regreso del propietario. Luego la casa de computación se tornaría pescadería, la descendencia gatuna en vigiladora de los alrededores, aunque muchas veces no fueron los roedores los que se hicieron con parte del pescado ante un descuido de los transportistas. Parece que aquellos ubicados en la ría les transmiten a sus hermanos marplatenses información sobre el contenido de la carga por medio de ciertos roedores y terminan compartiendo el botín. Hasta que la pescadería cerró, la empleada recibió la liquidación final y un poco de palometa congelada. Luego bajó por la avenida hasta el centro y empezó a preparar la mudanza, una parte de su cena alimentó a un gato callejero.   

Cuaderno 2, 12.

Mardel


Lo bueno es el registro de viaje, por poco que sea permite resucitar sensaciones y alejar por algunos momentos todo eso que hacemos a diario. Veo lo qué sentía unos años antes, repito el hábito de detenerme un instante y escribirlo. Luego dejaré la estación ya que estoy de paso, para adentrarme en las entrañas de la bestia que duerme afiebrada en este febrero caluroso. Es el clima el que mantiene lejos a las personas, obligando a hurtar cualquier pedazo de sombra y no abandonar esa posición sino cuando las estrellas den la señal. Hasta entonces hemos de mantener la resignación, pero el hecho de esta visita no planeada hace que se torne llevadera la situación. La tinta no sabe de detenerse, el calor parece no afectarla.

Cuaderno 2, 11.


Febrero


Encontré un aula desierta, el olor a pintura fresca y el sonido de un martillo derrumbando paredes. El vacío de las voces que partieron hacia infinitos destinos, una inscripción en una mesa y un borrador hurtado de otro salón. Las huellas de la despedida de hace un año y moneda fueron reemplazadas por marcas parecidas, en todas ellas hay un adiós subrepticio que no ha sido más que ver cerrarse una etapa. Detrás del telón aún hay caras conocidas, otras se han ido a seguir con un capítulo nuevo pero siempre dentro de la obra que implica vivir.

Cuaderno 2, 10.

El cuervo


Pues, ni bien la primera nube fue corrida por un rayo de sol desapareció la tormenta y cesó la lluvia. Entonces el anciano observó por el periscopio la superficie apenas agitada de la mar, el mundo conocido se había esfumado. La tripulación aguardaba las órdenes así que a los fines de que no cundiera el pánico el viejo realizó un sorteo. Era necesario mandar un emisario a solicitar audiencia a los moradores de tierra adentro, el elegido resultó ser un miembro de la elite de los cuervos de las tempestades. Un grupo famoso por adueñarse con facilidad de cosas que no le pertenecían, la cuestión es que transcurridas varias jornadas el embajador no regresaba y esto inquietaba a los ocupantes de la nave. Así que sin previo aviso las aves negras designaron una comisión, cuyos integrantes partieron antes del alba en la misma dirección que su hermano y tampoco se supo nada nuevo. Harto de la espera el capitán eligió a un miembro de su diplomacia más especializada y la mandó con cargo de volver si transcurrían más de veinticuatro horas de viaje. La avezada piloto, conocida como la paloma, regresó unas cuantas horas después y dio buenas noticias. La tierra estaba cerca, pronto los que tenían pezuñas podrían dejar sus huellas debidamente legalizadas por aquellos que se arrastraban y por las que soltaban los restos de la cena anterior. Lo que ignoraban era que el cuervaje había tomado el control del continente por medio de un artilugio mágico, la ley escrita. En su artículo primero disponía que todos los seres vivos eran iguales, excepto los plumíferos negros a quienes les había sido concedido el honor y deber de guardianes de las normas. Dado que eran pocos decidieron pedirle a las gaviotas que se pintaran de negro a los efectos de que en los discursos del supremo cuervo parecieran miles. De esta forma lograron el control de las masas, poniendo al ser humano en el final de la lista de importancia. Al viejo esto no le importó, construyó una casa y se dedicó a cultivar uvas para diversos propósitos. Esperó a la primera lluvia, ahí se les borró la pintura a las aves disfrazadas por lo que tomó una madera a modo de garrote y de un golpe mandó a dormir al ave en jefe. Los cuervos insistieron en que debían indemnizarlos, pero el anciano se limitó a chumbarles el perro y asunto terminado. O eso dicen.
Un día más tarde de ese acto de justicia el viejo recibió una carta documento entregada por la ahora paloma mensajera. El servicio diplomático había sido desmantelado y reemplazado por un ave negra en cada puesto clave. El texto rezaba lo siguiente: “Por la presente intimo a que en el plazo de 48 hs. proceda a indemnizar los daños y perjuicios ocasionados a la persona de mi defendido, al interrumpir el discurso de adoctrinamiento que éste impartía como todos los lunes cuando usted le asestó un golpe seco que le ha provocado pérdida de la memoria. Como consecuencia ahora se cree un loro. Mismo plazo indemnice a las adeptas por el borrado de tintura y se abstenga de acercarse al círculo negro de manera indefinida. Caso contrario se le iniciarán acciones legales. Queda el Sr. Noé debidamente notificado y emplazado. Ceso intercambio epistolar no sin antes fijar domicilio legal en calle Truchada Nº 667, Estudio Jurídico del Dr. Malavida y Asociados, teléfono 09122018”.
Noé tomó el pesado cayado, la valija y el sombrero dirigiéndose al exilio allá en donde el horizonte se funde con el océano. En ese lugar no hay leyes excepto la mirada del de arriba, el chamuyo no sirve de nada y las malas intenciones encuentran tumbas de sal. Tal vez él haya encontrado una de esas o la paz de una llanura infinita, poblada de amigos y rostros conocidos. En las ramas de los árboles no hay aves negras, apenas una leve brisa que balancea a las flores. Ningún graznido, sólo silencio.  

Cuaderno 2, 8.


Existo


Más que sólo carne y sangre, un infinito océano de posibilidades para crear, amar, sentir, pensar y escribir. Las horas que transcurren no justifican esto sino simplemente el hecho de llevarlo a cabo y ver el resultado aunque sea de manera inconsciente. Necesariamente el hacer implica un acto de voluntad, empleando el tiempo en ello pero poniendo parte de la humanidad que poseo. Es imposible no reflejar la vida en lo que uno hace, cualquier acción se traduce en emplear energía vital en ello. Concluida la obra empiezan a aparecer las grietas, las críticas poco constructivas de aquel que no contento con el paisaje se dedica a cortar el lienzo hasta reducirlo a nada. Entonces el mensaje es claro, se proponer acabar con el autor destrozando su creación e intentando llegar al hueso. Luego llueven los justificativos, el estigma que fundamenta el daño ocasionado. Simplemente no estoy de tu lado, lo cual no nos vuelve enemigos, pero en una sociedad de extremos no se admiten las medias tintas. Incluso en este caso a los fines de la aceptación de aquel que requiere el visto bueno de otros, debería vestir los colores de un bando pero simplemente no puedo. Yo no estoy con nadie, existo porque mis actos lo confirman y las etiquetas no sirven de nada. Sin embargo dudo que entiendas esto, aunque realmente no me importa dado que no necesito que alguien más apuntale alguno de mis dichos. Soy, fuera del plástico y de los números de serie existo en cada momento en el que simplemente ando sin excusa alguna por ello.

Cuaderno 2, 7 bis.


Vieja herida


Ruta 11, una frenada en pleno viaje y una serie de improperios de parte del acompañante entrado en años. Mientras los bomberos quitan los restos de un vehículo y los cuerpos sin vida sorbe el último mate. Hace calor, más que en otros veranos, en una suerte de infierno que hace hervir el asfalto. Los mosquitos aprovechan cualquier resquicio, se les ha dado la tarea de cobrarles peaje a quienes se aventuran por sus dominios. Zanjas en las que el agua de la lluvia no va a ninguna parte, monumentos al Gauchito Gil, estrellas amarillas y cruces en la vera. De repente el dolor en la rodilla regresa, generalmente el calor atenúa el recuerdo del accidente sufrido un día parecido a ese. Sólo que su papel era el del escolta de la ambulancia rumbo a la morgue. Un llamado anónimo, el cuerpo tenía bastante tiempo ahí pero no hubo dudas sobre su identidad, nadie aparece si el victimario así no lo quiere. Demasiado tránsito en la ruidosa Buenos Aires, varios años antes de la era oscura y de los resultados obvios. Pérdida del respeto por las reglas, cualquier cosa que implique autoridad debe ser contradecida, expresión en todo su esplendor, libre albedrío y si pueden te pasan por arriba. Consecuencias ninguna, el dedo acusador tilda de gorilas a quienes no sigan la doctrina impartida. Se justifican las medidas con el tilde de golpista, muchos derechos en razón de la opresión sufrida y cero obligaciones. Los idiotas ganaron una batalla ideológica, adoctrinando a las generaciones siguientes en que cualquier democracia es mejor a ser gobernados por un montón de asesinos. Pero es únicamente un disfraz, no sea que aspiremos a algo más que esta farsa formal de hablar de libertades. Ahí está el derecho a circular estampado entre la sangre y el plástico, la banquina se encuentra despejada así que en el afán de llegar intentaron ganar por ese lado. Ahora sus restos llenarán las tapas de algún diario y las arcas de la casa de sepelios. Después de todo no se ven tantos clientes en un solo día, los caranchos no son los únicos que andan al acecho. Al viejo esto le suena familiar, las voces de sus nietos están en otro plano en cuanto recuerda el sonido de las sirenas ese día al que ha regresado. Aparte de los curiosos y los medios gráficos tuvieron que tratar con el choque de la ambulancia, el patrullero se incrustó detrás de aquella y de ahí el dolor en la rodilla. Por un momento confundió al hijo con su compañero en esa otra mañana aunque al traspasar el arco de la entrada regresó a este siglo. Del otro quedaban cada vez menos rastros en tanto la década avanza, semejante a la desaparición de la sequedad producto del agua que cae en formato de lluvia. Regar para volver el paisaje vivo, verde y húmedo, luego se elevará el aroma a la tierra mojada a los efectos de un aguacero. Ahora la rodilla no jode, un poco más y habrá olvidado el incidente. Los demás sufren los efectos de los excesos, los lentes oscuros ocultan esto y lo que se encuentra pensando. En la mano derecha sostiene la manguera, en tanto el otro brazo yace en jarra. Luego será el tiempo de beber los verdes, ahuyentando a los mosquitos y perros vagabundos hasta que todo sea un recuerdo. Una vida lejana.     

Cuaderno 2, 7.


viernes

Defensa de la derrota (Fontanarrosa)


El texto le pertenece al Negro Fontanarossa, fue publicado en el libro "Los trenes matan a los autos y otros cuentos" del Grupo Editorial Planeta. La imagen ha sido extraída del sgte. enlace: https://media.diariopopular.com.ar/ad... El sonido al final del video pertenece a: https://www.youtube.com/watch?v=HBHBJ... La fuente del texto es: http://triflenew.blogspot.com/2016/06...



martes

Escritos en un café

En una de las tantas esquinas viene empujando al viento, este se resiste detrás de un colectivo que cruza Callao y se une a la eterna migración. Por momentos se escapa pero el tiempo sabe que lo encontrará más adelante, cuestión de conocer al mundo y a esos dos locos. Uno que sopla en cuanto rincón encuentra, el otro que le besa los pies a la tierra pero detiene el avance cuando esta le da lugar a algo más que llevarse las poesías escritas por algún nostálgico en la arena que se ha secado y la barre la brisa. 

Pequeño Lido cercano a la plaza ahí en donde logran que algunas de las vacas sigan las reglas que se sancionan, encerrado entre las avenidas como un puerto al amparo de las tormentas aguardas a que se presenten esos náufragos que buscan el reparo de la tempestad y un poco de la vieja bebida negra. Alguna que otra poesía intenta quedarse en la galería, evitando el bombardeo que la torna un montón de venas azules y luego simplemente papel mojado. Igual a esas normas.

viernes

Doom (12/10 en una escala de malo)

Corriendo por entre los pasillos oscuros para dejar atrás a las hordas de demonios y los caídos que ahora levantan sus armas siendo usados como marionetas por la bestia que se esconde detrás de puertas cuyas llaves están esparcidas.  Cada tanto envía un desafío nuevo intentando detener el avance a base de fuego, las municiones también yacen abandonadas en cuartos secretos pero al dar con ellas las esperanzas son renovadas. Una confrontación final aguarda más allá de ese infierno en el que se mezclan fuego y sangre, por más horrores que desates escondidos en esas cajas al final sabemos cómo ha de terminar. Porque cuando la enorme torre se eleve sentiré el viento justiciero golpeándome el rostro, tres detonaciones bien dirigidas y esa cara se vuelve un montón de explosiones que sacuden el averno. Ahora finalmente puedo descansar, hasta que a Romero se le ocurra crear otro wad y entonces la tentación será demasiado grande. Ya que estaré buscando terminar con cada uno de esos niveles, hasta dar con el arma grande cuya luz verde sabe a condena para esos demonios.  

Basado en toda la experiencia acumulada en el juego Doom de ID Software, creado por las mentes brillantes de John Romero, John Carmack, Adrian Carmack y Tom Hall, para la todopoderosa PCMR. ¡Hail to the King, baby!

El título entre paréntesis proviene del cómic del mismo juego.

Pacífico

Me han dicho que su lecho es rocoso
pero como las piedras son obstinadas las desaloja cada tanto para que cuando la marea cambie acogerlas nuevamente contando las cabezas y notando que alguien se ha llevado una de ellas de recuerdo.

domingo

Silencio


Si hubieran querido que me callara, no me habrían enseñado a leer y escribir. Tampoco tendría ningún valor más allá de los billetes y el crédito asesino, sería apenas un pedazo de estiércol con los modales de un tipo preparado pero el buen día ausente. Pues bien, dado que el tiempo todavía no me calla es que decidí decir que estoy harto de las sectas que representan la nada misma pero se arrogan el nombre del pueblo dormido. Pueden ponerle el nombre que quieran, no son más que acólitos de una orden superior con cuentas en redes sociales y argumentos berretas. Un ejército de zombis de fácil adoctrinamiento, sin pensamientos propios excepto por la oración repetida hasta convencerse que son la panacea. Aunque la cura apenas alcanza para unos pocos y sirve para dejar afuera a la mayoría, criminales por haber nacido diferentes así que mejor diagnosticar el mal e intentar homogeneizar esas conductas desviadas. Se persigue al culpable, antes supuestamente inocente, con teas y capuchas por medio de una red social. Miserables sin vida alguna, despotricando contra todo lo que represente al género opuesto y olvidando que la mitad de su ser lleva el mismo estigma. Dedo acusador, mensaje breve sin pensar demasiado en las consecuencias de cazar brujas. De tanto buscar alguna vez tendrán razón, sin importar las víctimas colaterales que esto implique. No les importa, lo toman como una especie de acto de justicia igual al que han cometido otros a lo largo de la historia y no es más que una acción de cobardes con difusión masiva. Ignoran en sus delirios que su supuesta igualdad no es otra cosa que dejar afuera a todos los hombres o tal vez lo saben pero no quieren admitirlo. Por si acaso cualquier hábito asociado a ellos debe ser tildado de machista, cuando los justificativos faltan. Y si eso no funciona perseguir con una lluvia divina al infractor, alcanzándolo con el brazo etéreo del ciberespacio y la prueba de que no tienen vida propia. Máquinas repetidoras de discursos clase zeta, a las que el repertorio se les agota enseguida y recurren al insulto, se cosifica al hombre como recurso extremo sabiendo que no habrá tarjeta roja. No es padre, hermano, amigo, amante o cualquier otro término que indique vínculo, es una cosa a la que deben destruir. Imponiendo una guía de la deconstrucción para que los sobrevivientes a la cacería se muestren cabizbajos y acepten sin chistar las nuevas reglas. Total las que no nos convienen son retrogradas, parte de un sistema opresor que debe derrumbarse al igual que los muros de Ilión, empleando un método parecido al de Nemo. Un sinfín de mensajes dirigidos a las mentes de personas permeables, jalando los hilos para que la representación cobre vida y beneficie a las adeptas de la primera hora. La igualdad aparece como una utopía cuando la víctima se torna victimario, exhibiendo su ser como el único con derechos y pidiendo la rendición incondicional de los que piensan distinto. Silenciando las voces diferentes, tortura digital como castigo y el coro  de loros repite para no olvidar detalle alguno. Por si acaso cualquier reclamo va a la misma bolsa, sin importar que ustedes me pisen en el proceso. Han olvidado que existimos por dos, nunca por un único individuo.

                                                                                                                   Cuaderno 2, 6.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          

viernes

Poder (Sombras)


La luz que existe iluminando a la figura pública presenta oscuridad alrededor, en ella se mueven los hilos decidiendo sobre un sinfín de vidas aparte de la del titiritero. Los objetivos son claros, mantener las cosas en la misma situación y asegurar el bienestar para unos pocos. Doscientos años de nada, de hipotecas a ser pagadas por los hijos de los hijos de los hijos. Condenando a los de ahora, mañana y pasado a vivir del crédito aparte de drenar las migajas de aquellos que la yugan. Creando manadas de conformistas, de inquisidores envueltos en redes que atrapan fragmentos de las vidas de desconocidos. Tirando el mensaje sin consecuencia alguna en tanto se suman adeptos, ignorantes con teclado y pantalla táctil que saben un poco de nada pero opinan de todo. El logro del que detenta la manija, masas carentes de conocimiento con conciencia de sus derechos en un extremo pero sin el balance de las obligaciones. Interjección con disfraz de carita feliz, energía gastada en intentar un fundamento que termina en una risa. Las sogas cumplieron su destino, tener a la mayor cantidad de sobras ocupadas en asuntos sin sentido en tanto se contraen nuevos créditos debitados del tiempo de nuestros esfuerzos. El líder sale al escenario, una tarima para uno que imparte un mensaje de luz en tanto en las sombras hacen filas los mismos de siempre. Una partida jugada hasta el hartazgo por los mismos partícipes en el asalto a las arcas llenas de monedas. La vida convertida en billetes, sudor y recortes en la existencia para sobrevivir. El poderoso tendrá más tiempo, decrépitos con fueros para llegar al final inmunes.

Cuaderno 2, 5.

jueves

Podador


En la vida se dedicó a acumular una fortuna pero su pasatiempo era cortar la hierba hasta el ras. Luego venían los excesos en los que saqueaba las bodegas vecinas, llegando incluso a que bebiera el pasto que volvía a nacer. La soledad no lo abrumaba, todo era un día de celebración excepto cuando podaba su patio. Al final llegó la hora de pagar la cuenta y dadas ciertas deudas terminó en el infierno. Su condena consistía en mantener sin malezas los rojos campos del averno, aunque se hartó rápido de esta tarea imposible y forjó una guadaña que daba cuenta del fuego en un instante. Pronto sólo quedarían paisajes humeantes, así que al regente de ese lugar se le ocurrió enviarlo en tren rumbo al cielo. La cuenta estaba saldada leyó Pedro, por lo que ingresó a esos verdes prados en los que pronto tuvo trabajo.   

Cuaderno 2, 4.