Eterna Mar del Plata
Hay
algo en la ciudad que nunca se pierde realmente, pasan las décadas pero sigue
ahí como un monolito poniéndole la cara a la sal y el rugido del mar que no
cesa. Se mezcla entre las voces de las personas que igual que nosotros estamos
de paso, incluso los que viven aquí, el olor a comida que emerge de lugar tan
conocidos y atestados de personas según la hora, los ruidos de los vehículos e
incluso las voces de los pájaros que están siempre ahí afuera cuando las luces
del día son reemplazadas por los faroles trémulos y las personas huyen a
refugiarse entre protecciones de concreto. La noche esconde las líneas en su
fisonomía y la lluvia las renueva para que el observador se confunda, aunque
siempre en esencia Mar del Plata yace imperecedera oteando a los barcos que se
acercan a sus costas.
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