domingo

Día 4 (Búnker)


Nota: las primeras medidas fueron anunciadas el 15/03/2020, cuatro días después vino la cuarentena en la República Argentina y un cambio tajante en nuestras vidas. La crónica parte de ese primer anuncio un domingo de marzo.

Día 4: tengo esa extraña sensación de que algo viene, no es angustia sino una especie de nudo en la boca del estómago que encuentra su justificación en la cantidad de información que llega respecto a la pandemia. Deduzco que hubo una subestimación del asunto en otras partes y acá generalmente se corren los problemas desde atrás, como el último hombre tratando de detener al nueve que ya eludió al cancerbero dirigiéndose sin oposición a la red. El problema es que por más defensa que tengas si estás bajo ataques constantes a la larga el escudo se perfora, empezando el sangrado que deja de ser una metáfora tornándose algo concreto a juzgar por la cantidad de caídos en esta batalla que el mundo no vio venir sumido en el consumismo, en la reina economía y en alguna cuestión materialista más. Aquel que quería únicamente el sol ahora lo ve desde una ventana lejana, aislado bajo sospecha o por ese mecanismo de protección que uno intenta negar llamado miedo, pero en su caso este último será el que nos dé una oportunidad de sobrevivir. Ha caído la lluvia dejando su rastro de espejos sobre las veredas, en algunas calles nos obligó a tener que besar el pasto o jugar al equilibrista sobre los cordones deambulando por una línea blanca amarilla con la greda a un lado y el agua estancada al otro. Luego les cobrará peaje el sol, llevándose la carga hídrica que se deshará en el aire esperemos que con los restos también del visitante invisible que aguarda en la impunidad de lo microscópico dar el salto terminando con esa resistencia tan endeble. La peste no distingue, rico, pobre, bien vestido, con harapos, instruido, desnutrido, consciente de lo que ocurre a su alrededor o sin que ello le importe, lo único parecido a esto es el tiempo sobre todo porque roe hasta los sueños que por andar ocupados en rutinas interminables dejamos a un costado. Desaparecidos los horarios, las cargas de andar yugando, los límites impuestos de manera vertical para que los roles asignados antes de nacer sean cumplidos y la importancia del riesgo país, quedan únicamente los seres de carne y hueso que le pondrán nombre a los capítulos por escribirse. Lo demás ahora es apenas una anécdota, carbón mojado después del banquete que vimos de lejos, silencio y óxido, el pasto crecerá bajo esos despojos hasta que venga la guadaña naranja a quitarlo permitiendo que pueda iniciar de nuevo el ritual de mandarle señales de humo a los que anden cerca. La envidia deberá irse unos segundos después de que el fuego bese con su lengua roja la superficie del papel, acelerado el asunto por alguna de esas trampas que permiten la combustión casi al instante y ponen así a salvo al cartón que conserva su integridad. Un resto de la misma caja no ha tenido tanta suerte, se arruga luego de servir de abanico sobre la pila negra que pretende volverse volcán que dorará la carne, uno de los pocos lujos que se nos permiten hoy.

sábado

Fórmula


Hace un tiempo en un lugar lejano y al que el sol le daba siempre de costado existía una pequeña sociedad de individuos que habían superado los obstáculos que el tiempo les ponía en el camino con una fórmula mágica. El descubridor de la solución definitiva para todos los males humanos recibió el estatus de salvador del mundo conocido, que no se extendía más allá de lo que un individuo puede ver con los dos limitados ojos que le han sido provistos al nacer. Aclamado por lo bajo y alto, abucheado en ocasiones ante la reprimenda severa de los oradores de turno que se deshacían en elogios por aquel al que conocían gracias a los libros de historia que lo pintaban como el único iluminado, Altvater latino que encontró la panacea poniéndole su sello en cada una de las ediciones con las que el siguiente monólogo era esparcido a los cuatro vientos y llevado sobre los cascos imperecederos como muestra de la pertenencia de esas tierras que nunca conocieron otras voces. Esculpidos los retratos con diferentes momentos de la vida del ídolo que dejó a uno de sus discípulos las llaves del cofre que esconde la solución ante cualquier contratiempo, cosa de que se llegue a buen puerto pese a tener los vientos en contra y sin necesidad de esperar a que la rosa nos dé una manito. De la historia anterior al momento de ese triunfo rotundo sobre las sombras del mundo poco se sabe, se lo ha visto cruzar abismos y conquistar otros lares tan sólo con el poder de su presencia. Dueño de todo lo conocido, por eso la multitud aclama los logros sin cuestionamientos al señor del paraíso que sólo conoce de la presencia de Nike en las fotografías que lo exhiben rebosando de vitalidad aunque sean en blanco y negro, irradian el enorme convencimiento que generaba incluso en los paganos que negaron la existencia del mismo hasta que les llegó al corazón. Tintineo metálico, flor dorada que quita lo malo de las conductas y esconde el fuego que debe arder para oponerse a la barbarie, déspota que se mantiene altanero cuando alguien ha osado dirigirle una mirada de reprobación. Murmullo descuidado que se convierte en grito de indignación, en la derrota se atreven a confrontarlo pero bien que no dijeron nada cuando las arcas estaban llenas y la luz invadía vuestros hogares. Veo que aún mantienen no obstante ciertas costumbres, ponderan los triunfos pero se mantienen alejados de las derrotas como de a un leproso que ha cometido la osadía de pasarles cerca con la armadura negra y roja puesta. Critican, opinan de cualquier tema, desconocen la mayoría de lo que expresan pero tratan de parecer que saben mucho del asunto y al final emplean el arma favorita la cual me pertenece por ser su descubridor, qué digo descubrimiento, invención por la que he merecido el mayor de todos los premios. Y ahora por si alguno no cayó todavía lo revelaré, es algo bastante simple, fácil de utilizar al igual que respirar o caer en la dimensión del opinólogo que habla de cualquier tema, conoce todos los idiomas pero en caso de pifiarle se hace el desentendido al recibir una llamada salvadora.
El secreto es echarle la culpa al otro, que este se haga cargo.

Allá en el sur


Su cabello se ha puesto como la arena pero cada tanto larga uno de esos tonos marrones que siguen flameando como bandera en ese viento salvaje que nunca cesa, recibiendo el beso frío en los pies descalzos sobre la playa desierta excepto por ella vuelta faro y estandarte en esa batalla silenciosa contra la ignorancia que la llevó a enclaustrarse salvando a cuanto bajito anduviera dando vueltas cerca con esa luz del salón que jamás se apagó. Transfirió el fuego de esto de interpretar gestos y momentos para volverlos letras que se esculpen sobre el papel aunque he sabido que algunas pueden perforar las rocas de esas montañas ancestrales, dientes de gigantes caídos entre rayos y centellas para darle forma al mundo conocido en algún mito. Leyenda que encierra algo de cierto aunque lo magnificado del asunto hace que no sea creíble, excepto en lo que respecta a volcarlo en una historia con la imaginación desplegada como un águila proyectando su sombra sobre la tierra que yace quieta ahí abajo. Se agita la llama, la hoja tiene renglones, líneas, márgenes y ciertos colores, la mueca en el rostro se torna sonrisa, los ojos le dan vida a esa cara que una mano calmada dibuja justo en la hora que cree libre mientras el resto se dedican a tratar de resolver alguna de las consignas, tarde notaré la ausencia de la persona y su habilidad para ese arte que he visto en otras ocasiones en lugares lejanos pero unidos por el mismo hilo de darle a algo un significado que muchas veces las palabras requerirían de un enorme repertorio. Pero al fin puedo sacarlo a la luz, aunque sea en formato de nota breve, esquela, oda, poesía que no rima nunca, anécdota y crónica de tantas jornadas que hemos pasado desde que vino la patada inicial lanzando al esquife al lago que mutó en océano para que esa barca cambiara a trirreme cortando la oscuridad ahí en donde una mano confundida con el destino pretende dejar a cada quien en una ceguera permanente de manera tal que se pueda manipular esa existencia. El espolón cercena los hilos, las marionetas mascullan improperios contra el titiritero hasta que los vocablos se vuelven gritos iracundos sin disimulo alguno, fuego sagrado llamado expresión que tiene sentido una vez que se la suelta iniciando la composición que deviene en texto. Imagen descripta, cuadro que se pinta mezclando colores y surgiendo escenas, lienzo invadido por el sol y la luna, caballo que espantado se escapa de los trenes a los que ha engendrado, palancas y botones accionando la maquinaria que sale en su persecución vueltos los controles de un arcade que resplandece entusiasmado al reconocer a un viejo amigo que ha vuelto. Nada de ello y todo a la vez, un oxímoron, contradicción que acompaña al ser humano en todo ese viaje vaya a saber uno a dónde pero manteniendo la chispa inicial. Las enseñanzas de esa docente que se trasladan hasta el infinito, entendiendo que esas letras unidas tienen un significado únicamente porque alguien se ha tomado la delicada tarea de hacérnoslo comprender allá en el sur de la provincia en un lugar llamado Océano.

jueves

Fichines

Botón rojo para el salto, con el amarillo usa la espada y el azul no hace nada, al menos no hasta conseguir el ítem mágico que permite invocar esa pequeña ayuda consistente en hacer desaparecer a todos los personajes que intentan detenernos en el avance hasta la pantalla final. Recuerdo haber estado ya en esta sala desierta en la que los fantasmas se materializaban danzando sobre mi cabeza, para que me diera cuenta que el escudo era sólo una decoración perdiendo una vida. Tras varios intentos se llegaba al puente que unía un nivel con otro para simplemente encontrarnos con que no habíamos juntado cada una de las piedras de color rojo que permitían cruzar a salvo. Si el mago aparecía en el medio de este podíamos seguir avanzando, obteniendo de recompensa un blasón que servía de vida de refuerzo en nuestra justa contra las fuerzas del mal. En el caso contrario apenas una pantalla negra con la inscripción “GAME OVER” para luego escuchar las risas del jefe del juego y sus secuaces quienes se seguirían burlando en la vuelta a casa. Alguno de los vecinos de la cuadra contaba cómo era el final de ese viaje, las peripecias que uno debía atravesar para llegar a la última fortaleza. Un castillo con pinta de derruido, telarañas y muchas grietas que aseguraban que esas paredes se nos vendrían encima de un momento a otro, lo peor era el escenario en el que peleábamos contra nosotros mismos al reflejarnos en el enorme espejo. Pero finalmente la luz triunfaría, podríamos poner las iniciales de nuestro nombre en la última pantalla, tras esto danzarían los personajes diciéndonos adiós pues en el mundo de afuera tocaría empezar otras etapas. Varios años más tarde, sin tanto cabello y con menos vista encontré la máquina que me trajo de regreso a la infancia en un instante. Lo único que los botones estaban bastantes maltrechos, al caballero la barba le había crecido llegándole a la rodilla y cada salto le costaba horrores, hasta los fantasmas se veían un tanto avejentados. En el otro extremo del nivel el antiguo boss esperaba como siempre, pero al llegar allí los dos personajes tiraron las armas y se abrazaron en un llanto compartido. Después silencio, un montón de signos y números conformaron la pantalla que marcaba el bloqueo de aquella maquinaria ya ancestral para los de afuera, excepto para los dos viejos ojos que la veían con cierta nostalgia. Una lágrima apenas rodando hasta la palma de la mano, volviéndose una ficha con tres ranuras en su cuerpo y todo el brillo de otras épocas sin tantas presiones del mundo externo. La ranura recibió como la vez primera aquella solicitud de bajada del portón del renovado castillo, las banderas flamearon, el héroe había vuelto y con él los peligros más allá de las murallas. Un paisaje florido lo esperaba, unos cuantos acertijos que debían ser resueltos para dar con la última misión en la que el villano levantaba una bandera blanca al mismo tiempo que el personaje principal. Después todos unidos saldrían a agradecerle a quien les permitía seguir conservando la inocencia que con el tiempo se va, como partes de una construcción que se llena de marcas y pierde recuerdos. Ahora la máquina sigue ahí en un lugar de la costa, aguardando que algún piloto avezado empiece con la travesía en búsqueda del botín más preciado como es lograr terminar el juego sabiendo que esos minutos son únicamente de uno. El tiempo aquí se detiene, las palancas sienten la caricia de unas manos pequeñas que vienen acompañando al navegante en su vuelta al hogar en algo tan simple como un videojuego. El score final tendrá las iniciales de esa vida que empieza a florecer, los dos se vuelven tres en tanto se alejan en la noche rumbo a la casa vieja que los aguarda. Ahí he empezado a escribir esto como forma de no perder completamente al niño que sigue corriendo mientras el adulto ve la manera de resolver esos problemas que bien podrían esperar un poco más. Un crédito más que jugar.

domingo

Vacío y olvido


En ese día no quedarán más que las paredes
llenas de cicatrices que no son intentos de
alguien de arruinar la pintura nueva en la
que no invirtieron, sino la muestra de que
todo a la larga cae en la decadencia por
culpa de aquellos que se han dedicado
a guardar pedazos de metal en cofres
herrumbrados al que únicamente
las cucarachas se atreven a frecuentar.
Debajo de la pila de libros anaranjados
quedan los dibujos mojados, con colores
que se han fundido en un abrazo
y al pie de la obra el nombre de ese
último prisionero que ahora ha conseguido
vagar por el mundo como un recluso más
al que le machacaron las limitaciones
con eufemismos de felicidad y armonía.
Cree uno que anda a sus anchas
pero si mira con atención descubrirá
al insecto en la baldosa recién lustrada,
aplastándolo con toda la fuerza
que tenga a su alcance dando
luego la alarma para que otros en situaciones
parecidas se dediquen a contener la invasión.
A esto lo sucede el silencio,
la rayuela que se borra en el patio de
comienzos de marzo, los fantasmas desalojados
de los tragaluces y la pesadez de tener
que volver a cargar con todas esas mochilas
que se repite en incontables
ocasiones sin reacción alguna.
Salvo por el hecho de que me he dado
cuenta de lo insano de ello,
empezando con las etiquetas
a los fines de dar con el diagnóstico
de esa enfermedad que implica
ser diferente y no agachar la cabeza.

lunes

Demonios


Los monstruos tienen piel, carne y huesos, están a nuestro lado aparentando ser normales pero afilan sus garras en las sombras esperando el crepúsculo para ya no tener que seguir escondidos. Salen bajo la luna a quebrar las existencias de otros reduciéndolas a fragmentos de lo que iba a ser una vida plena, la víctima sangra sin que se note porque el zarpazo ha llegado a lo profundo del alma y no hay reparación posible. Únicamente el tiempo mitigando el daño físico, pero la mente te golpea con el recuerdo de la agresión agravada con la publicidad de la misma en torno de sorna por parte de los que eran tus iguales aunque no dudaron en lastimar sin remordimiento. Amparados por el silencio de los que te rodean, tal vez un comentario en un muro que contiene las marcas de los hechos como arañazos implorando que el tormento cese. Luego no hay nada, apenas el despojo de mi humanidad expuesta como un nervio a las inclemencias de vivir en esas condiciones. El fuego y los tormentos son sólo metáforas para asustar a los otros, a los impíos no los afecta en nada cubiertos por la inacción de los que no se ocupan cuando deben y salen de garantes de los profanadores. La muerte de la sociedad cuyas reglas se aplican en extremo protegiendo al victimario, matando el alma de la víctima a la que ya le robaron el cuerpo. Las marchas culminan con los desechos, si hubiera sido al revés nos aniquilarían rápido para demostrar que fue justicia pero la palabra es tan vacía como un texto de quien no pasó por los círculos del averno. La instancia es apenas un manojo de papeles en el que el perpetrador es el actor clamando una indemnización por las injurias y el señalado aquel que lo ha perdido todo sintiendo el vacío profundo. El peor de todos ellos, la pérdida del alma.

Agridulce


Nunca me he ido realmente y el café que me acompaña lo sabe, hemos tenido esa conversación de nuevo en torno a la loza que encierra al mediterráneo oscuro en el que el banco blanco se hunde dejando las aguas dulces. La cuchara ha emitido un sonido argentino al ser golpeada contra el borde dejando las gotas que de contrabando pretendía retener. Luego descansa sobre el plato blanco, haciendo juego con la mañana fresca empieza a dormir hasta que la despierta el grifo. Ambos irán a la siguiente batalla, la plateada obrará de catapulta que envía los proyectiles de cristal a recorrer el océano que sirve de teatro para la charla compartida por un rato y después de plataforma de lanzamiento de los sueños que pueden volverse realidad. Aunque sea uno sólo que logre cruzar la tormenta desatada, esquivando los peligros ocultos por ausencia de faro alguno aunque los ojos sobre la superficie vigilen sin descanso. A la larga se relaja dejando que la tibieza se vaya, el fondo resulta cálido y luego la sensación de frío igual a salir de entre las olas. Por eso la metáfora de loa agridulce que puede tener algo de salado también, las mismas sensaciones que al recorrer estas calles antes de que las invadan los apurados de siempre. Un par de billetes viejos cuidan la tabla sobre la que el recipiente sigue vacío y entonces llega esa nave brillante en la que los náufragos son trasladados a tierra firme. Más tarde tocará volver a hacerse a la mar, ahí seguiremos con este tema.  

Ría


Poniendo la mente en otra parte mientras el cuerpo sigue adelante, la inmensidad del viaje se presenta como una boca enorme en la que el mar penetra con olas pequeñas por el momento. Se mecen los sueños sobre la cubierta llena de vida que recorren ese tramo, luego como los cangrejos con la marea han de separarse. Dejan la playa desierta cubierta de agua que emula al tiempo que se termina, vuelta a los traslados buscando mendrugos y vino que se pica rápido, apenas fue in instante esto de asomar como las lisas para despedir al transeúnte. Tras ello el sol se pierde entre las nubes que le sirven de telón, cosa de no mostrar que sigue cobrando por la obra en otra parte ya que no le alcanza para llegar al final del mes. Un beso a los barcos que flotan esperando el momento de regresar hasta la baliza que yace abandonada, el musgo la acompaña a recibir todos esos besos que la corriente le da. Tapa con un cálido rayo los restos de las barcas que apenas son armazones de un pasado que se ha vuelto, ría, biguá y venado fundiéndose con el paisaje. Pastizal y talas emergiendo entre el barro, arenas blancas repletas de guijarros lamidos por la espuma que arriba en dotaciones pequeñas. Un sonido espanta al morador de ese lugar, apenas las voces de aquellos que se apiñan a babor para poder contemplar al último de su especie que escapa de las miradas indiscretas.

domingo

Viajo

Viajo, ¿acaso no es lo de siempre? Pasan las estaciones al igual que la noche sucede al día y el farol de plata pende de un hilo, se balancea sobre el mar como una luz trémula en la noche apacible. La brisa dibuja monstruos con el humo que cruza, en la oscuridad el verde cazador da cuenta de los chupasangres y apenas se mecen las cañas. Luego vendrá el silencio de la casa, los sueños extraños y la respiración suave hasta que el frío de la madrugada nos saque de la comodidad. Vuelta a la escena, un boleto más con idéntico destino tan sólo alterado por los rostros de los demás viajeros. Las hormigas se mudan sobre la cinta azul que se pierde en la lejanía, apenas un par de balizas naranjas detienen el andar pidiéndole al mundo que se aparte ante la comitiva real que viene a exigir los privilegios del estío. Después la nada, las líneas blancas desaparecen como un registro que se borra para no recordar que la escena suena a repetida. Las filas estarán vacías en el otoño, dejando de agolparse en las dársenas en las que quedarán las marcas de sus pasos apiladas en los contenedores que se vacían una vez al día permitiendo que en la siguiente jornada no suene tan trillado. Apenas un recuerdo vago de esos dos niños que cruzaron por el hueco del alambrado para poder alcanzar los juegos de madera, desgastados igual que la estación que esta noche yace vacía. Las luces que se apagan, los trabajadores que se marchan, el colectivo aguardando al último estudiante que desciende para luego irse con un solitario pasajero al otro faro que está llamando desde lejos. La postal del invierno que aparece nuevamente a la venta en alguno de esos locales de recuerdos, variando tanto menos que el tique de acceso al último bondi rumbo a la ría.

sábado

Pez

Ondulaciones, luego un impacto al borde que se irá a formar parte de la marea de barro igual que el muro derruido. Las vallas de contención son juguetes para que aquel que mora en la ría los desgaste hasta llevarse el botín. Lo mismo para las líneas que intentan darle caza al pez gordo, él que en su mundo de sombras y sirenas está rechoncho. Ya no se contenta con esas carnadas, los espineles siguen en la soledad sorbiendo lo dulce y la sal que se mezclan en esta correntada, del otro lado del continente los brazos azules separan los pastizales en los que los venados se ocultan. El otro habitante de estos humedales asoma su corona ahí en la ribera, confundida con un brote de talas que se alzan como las flores del lugar recibiendo la caricia del viento que viene desde la boca rozando el pilote enclavado en medio de la corriente que marca la entrada antigua. Después únicamente el vaivén de las olas que empiezan a sacudir las embarcaciones, los cangrejos han abandonado la sombra de las barcas tras recibir el abrazo de la marea que empieza con su danza a hacer bailar a todos aquellos que se atreven a quedarse cerca. Sol naranja y rojo te vas detrás de una nube, la noche tiende el manto como si fuera la puesta a punto de la mesa en la que ha de ponerse al corriente de todo lo sucedido en su ausencia diurna. El faro con su luz trémula atraviesa la bruma marina dándole al enorme pilote la sensación de no estar solo, la otra señal de vida viene del sur sumándose al vuelo de las lisas que otean a los habitantes de la superficie. La estela es un camino blanco sobre el espejo que enseguida éste alisa, a la brisa se le da por jugarle una mala pasada generando pliegues que en tropel se precipitan sobre la playa de conchilla y la verde manta que puebla esas orillas. Restos de embarcaciones le dan la alarma a aquellas que aún flotan, alguna ha empezado a hacerse lugar en el lecho viéndose apenas el mástil que en épocas no tan lejanas sintió el flameo de la bandera con el escudo de un tiburón venido de más allá de la curva. Tiempos lejanos que se esconden debajo del oleaje, la tarde toca a su fin y es hora de volver a casa dejando a la enorme presencia escondida en soledad debajo de ese otro mundo que paralelo corre al nuestro.

 

lunes

Escalera

Todo lo que se echa a perder con el tiempo excepto el recuerdo de nuestra existencia plasmado en aquel al que hemos ayudado de una forma cualquiera, con retazos de nuestras horas dado que es lo único acotado y ese que muchas veces no está disponible por andar cargando pesos innecesarios a través de un camino empedrado, la única muestra de alguna que otra existencia que se deshizo igual que esos bustos en tributo a ídolos de carne y hueso. Si aquello que uno llega a tener por un instante, aquel en él que se encuentra respirando, no sirve para dejar una marca en los demás que implique un cambio en la situación que viven pues habremos desperdiciado la oportunidad. Intentando en la mayoría de los casos despeñar al que viene al lado todo el camino cuando el brillo en la cima te engaña pensando que la fortuna se encuentra ahí, no importa cuántos rostros tengan que irse antes del buen día empujados por la ira que invade a quién encontró una excusa en eso de trepar dejando atrás el destino escrito por fuerzas que son superiores a los simples mortales. Entonces un manotazo lo arroja lejos, sintiendo el temor en la caída a un pozo profundo repleto de los pecados cometidos en esto de subir pisando a los otros y descubriendo que únicamente ahí abajo en el frío eterno existe un camino que da vueltas a esa montaña sobre la que se desarrolla la vida de la humanidad. Teniendo que conformarse con maldecir en vano, la luz solar no llega ahí abajo únicamente las tinieblas y esos fuegos encendidos por almas que usan los harapos de sus ricas túnicas para poder iniciar las fogatas, empujándose para rodar cuesta abajo hasta los abismos del infierno que los aguarda. En el purgatorio no entendieron el mensaje, la escalera cuyos peldaños yacen labrados en la roca se volverá luminosa cuando lo malo haya abandonado el alma de aquel que aguarda una última oportunidad, penitente que comienza a subir rumbo a ese sitio celeste viendo las cascadas que se precipitan sobre la tierra en la que la primavera acontece.

 

domingo

Arcades

Ante la pregunta molesta de la sociedad que insiste con sus estereotipos intentando que no nos apartemos de la casilla he tenido que responder ¡Vengo a jugar!  ¿Qué otra cosa más se puede hacer en un salón repleto de obras de arte? Debería preguntarse lo qué se encuentra haciendo en ese lugar lleno de historias que llaman a retomar las horas olvidadas por tener que volvernos aportadores seriales al mantenimiento de la estructura que no duda en criticar,  tildando de desviada la conducta de aquellos que ya no peinan canas por habérseles volado las chapas que les quedaban y deberían en su caso estar en la fila de espectadores de la cancha de bochas o las rondas de naipes que esconden mentiras, si a esa altura recuerdo alguna. Pero no, he venido a conquistar, a aceptar el reto, a intentar no pincharme en la curva en la que el erizo reposa sobre el muro y encima tiene cartelera propia en el cine de enfrente. Puedo detenerme en la peatonal a contemplar al mundo deambular esperando que el reloj con esos fuegos dorados se encienda y la galaxia explote, los demás seguirán su camino ignorando el llamado de la batalla. El balón se eleva por los cielos haciendo inútil la estirada del portero que juega siempre adelantado, curioso que les ocurra lo mismo a todas las escuadras, un beso a la red que contiene la pasión de la esfera con gajos negros y blancos. La hinchada corea el nombre del once que ha metido ese gol, la de afuera del estadio grita tan fuerte que eclipsa esos cánticos que sólo resuenan en los oídos del veterano jugador número 1 al que la ausencia de la ranura correspondiente no le ha impedido tomar el control de la eterna Azzurra. Después los resultados pueden o no llegar, el empate como buenos perdedores nos dejará a afuera a los dos así que la victoria únicamente es lo que queda aunque ya la conozcamos tanto menos que a la derrota. Un par de créditos, dependiendo del juego, duermen en un estuche que emula el antiguo control de otro monstruo que descansa en las tardes del verano lejano, esperando el momento en que el cartucho sea insertado y nos abramos paso por esos niveles cuya salida requiere detener a toda la flota enemiga que volverá en la siguiente ocasión. Igual que el anónimo que se ha ido hacia el mar esperando que la nave lo lleve a otro puerto, la tarde se ha vuelto noche envuelto en esos sueños sonoros repletos de recuerdos y sensaciones. Así que he venido a jugar, no sé qué estás haciendo vos acá pero la mía es una misión secreta consistente en llegar a esa máquina que resplandece por encima de las demás y dejar la ficha en su seno que obra de fuente de los deseos. Un crédito más, sólo uno más. ¡Estoy en una misión para vencer al FC SEGA, pagano!

 

 

  



Costa Atlántica, ahí en donde Scorpion reconstruye la historia del torneo mortal.


jueves

Escritura


En la oralidad uno puede evadir ciertos obstáculos pero al tener que plasmar una idea sobre el papel queda prisionero de las palabras como si fuera una bestia llevándote a la rastra por un laberinto para terminar descubriendo que el monstruo es uno mismo con una máscara. La trampa está preparada, sortearla depende de la preparación traducida en una guía que nos acompaña un rato del camino para luego alejarse susurrando entre los árboles, que ahora sabemos son tales. Una composición a lo largo de la escalera que precede al laberinto, cada escalón tiene una descripción diferente que nos lleva cierto momento de ese viaje hasta dar con el objetivo de la misión abandonando la montura muy atrás en la noche. Un giro a la izquierda, después derecho hasta el siguiente cruce en el que una flecha nos indica la dirección incorrecta, brújula que gira enloquecida sin poder hallar su norte aunque tras pensarlo un rato no es necesaria. Ninguna de esas señales engañosas pueden evitar la conclusión del capítulo, el riesgo existe por habernos lanzados a recorrer ese campo que podría verse de otra forma y luego de llegar al centro del mismo veremos que únicamente hay un camino delante. Este se forma con cada paso que demos iluminado por el trazo de esa historia que se escribe en los rincones, en los momentos de quietud en este viaje sin línea de llegada que significa existir. Un leño más vuela al fuego trayendo con los chispazos recuerdos que se enfrían perdiéndose en el cosmos, pronto otro de los escalones contendrá esa historia con ciertas variaciones acorde a la manera en la que recordemos influenciada por los estados de ánimos. Después el cuaderno queda a un costado, resguardecido de las inclemencias en el morral que ha tomado formas diversas como compañero de viajes que por inseparable espera ahí al lado de la fogata que las páginas blancas se tornen un mapa nuevo. Dobladas, remarcadas las ideas antes de salir a batallar, forjadas con golpes y risas, las huellas del descubrimiento quedan sobre el polvo del camino mientras el toro da vueltas en círculos extraviado en su propia casa sin poder darle sentido a las indicaciones. La presa se ha escapado porque alguien le ha enseñado a pensar, su nombre es un anónimo más que no verá la obra completa dado que esta se extiende en el infinito.

viernes

Verano


MDQ
De regreso a La Perla del Atlántico, luego de casi un año que no nos dejó respiro. La vida nueva en la renovación de las fachadas, la plaza por repetición se ve diferente anidando bajo los árboles a toda una generación que ha de cubrir las huellas de la nuestra y esta se aleja de la escena menguando como esa danza de luces y sombras.

PLAZA
Quién diría que un día me encontraría al otro lado de la plaza, viendo correr a las personas para escapar de la repetición y de la balacera que desata la lluvia. Apenas es una avenida la que se interpone, sin semáforo o senda peatonal que permita el cruce.
Se quedó al otro lado el pibe y el entrado en años deambula protestando por las baldosas fuera de lugar, antes trampolín de sueños y de las gotas prisioneras luego del chaparrón. Actualmente yendo a la molienda de los recuerdos que vuelven cuando deambulo por aquí.

PERSÉFONE
Oh Perséfone tú que te contentas con ver a los amantes pasar frente al trono oscuro que ocupas conformándote con algún que otro monosílabo cuando un alma extraviada te pregunta si en esa dirección quedan los Campos Elíseos, sabiendo que para llegar ahí hace falta poseer la luz de Febo que por motivos desconocidos se niega a alumbrar el camino de los que transitan allí, iluminándose estos con el fuego fatuo y la desesperación de las sombras vueltas esperanza. Un día verás pasar a los dioses en procesión y te unirás a ellos dejando a Hades consternado ya que no quedarán almas que esperar.

 

  

 

 

   

 

 

 


 


jueves

Microrrelato: Agua


Uno debe simplemente adaptarse a ciertas cuestiones igual que la marea besando en ciertos momentos las rocas en la playa para luego contentarse con esperar el momento en el que regresará a manchar la falda pétrea, adaptándose a la forma de la superficie nueva tras los años de desgaste que culmina con un templo a la arena ahí abajo que se une por siempre al océano. Entonces el silencio apenas interrumpido por el oleaje que rugirá en los momentos de gloria para apaciguarse durante las noches templadas del  estío, en tanto que en el invierno desafía poderoso a la helada.


Primavera (Farfalla)


Era una estrella, solitaria y fría, pero sólo en apariencia porque si uno lograba verla de cerca descubriría que estaba rodeada de vida. Todo parecía girar en torno a ella, sin embargo no era más que un plan bien elaborado de funcionamiento de las cosas. Los satélites llevaban las comunicaciones al resto de los planetas que procuraban acercarse a esa fuente de vida, el tráfico aumentaba con el correr de las horas. Las autopistas se colapsaban de vehículos transportando cargas, las aeronaves surcaban los cielos reflejando cientos de colores, las personas seguían viendo hacia abajo. Una extraña costumbre de mirarse el ombligo y los pies, lo que ocurría en las alturas parecía no importarles dado que su mundo estaba justo en la superficie. En cambio el ego si sabía de andar por las alturas sin marearse innecesariamente, otros habían intentado llegar bien arriba para estrellarse ante la empresa imponente en la que invirtieron miles de recursos. Ahora eran simplemente polvo convertido en olvido en alguna parte de los desiertos que presentaba esa tierra, aunque en otros lados el verde seguía resaltando en todo su esplendor. La actriz principal era una margarita blanca rodeada de abejas que llevaban mensajes de una punta a la otra, en tanto las mariposas se calzaban toda la paleta de colores para pintar ese día primaveral. Primavera, la estación en la que la vida vuelve a brillar sobre la faz de la tierra desterrando al frío invierno aunque al principio éste venga con su plan siniestro. Aún hay ciertas heladas por la mañana pero enseguida el sol se ocupa de ellas, el viento ya transmite una brisa suave y cálida, la que se cuela por la ventana en tanto los dedos se desplazan sobre el teclado. La música de afuera no se compara con la que hay adentro, no son más que sonidos grabados para ser repetidos día tras día, la sinfónica exterior es mucho más variable según se dé la ocasión. En medio de este concierto los seres vivos exhiben su repertorio, aunque el humano se dedique a documentar el momento para mostrárselo a los demás desde atrás de un cristal que justo a media mañana se hace pedazos. Ahora el internauta debe resignarse a abrir la ventana dejando que la luz entre, deberá seguir el viaje sin la brújula que le habían obsequiado en su cumpleaños y esperar que todo vaya bien. Tal vez sea el momento de llevar esas notas a otra parte, justo cerca del curso de agua que demuestra la forma en la que la existencia fluye hacia un destino incierto. Mejor disfrutar el viaje que esperar a que te lo cuenten, pateando las pequeñas piedras que han quedado sobre el camino de tosca y silbando una melodía ruidosa. Eso hará juego con la pista que en este momento entonan las abejas ocupadas, zumbando entre las flores, meciéndose las ramas de los árboles reverdecidos y creciendo la vida como en cada estación similar.

Reta, 90 años

Puedo decir sin temor a avergonzarme que te amo profundamente, que bajo tus calles de tosca guardas los raspones que me propinaste pero también las alegrías y en cierta forma las tristezas como consecuencia, por esas voces que el océano registró en su paso por tus tardes que se vuelven silenciosas cada vez que un alma deja éste plano. Los monolitos dan cuenta de ello, descendiendo los médanos como extensión de esa fuerza poderosa en tus costas a darle una caricia al recuerdo, sacándole brillo a la memoria en épocas en la que se olvida fácil. Siento aún la frescura de las noches del verano pulsando botones de colores, el rugido que viene desde atrás del muro como si fuera un león marcando que aún existe tanto como tú mi querido pueblo. Que mis días tengan siempre un poco de vos para en un momento lejano, espero, fundirnos en un abrazo en ese lugar en el que el sol emerge y naufraga en el horizonte.

 

Antes, durante y por siempre.

sábado

Warcraft (23/11/1994 - 23/11/2019)

Estamos listos, es el sábado en él que chocarán nuestras estrategias una vez más traídas por los recuerdos que al igual que la montura del guerrero poderoso es etérea y por ende todos ellos imperecederos. Los días aguardando el reencuentro de los hermanos en un plano alejado del físico, de todos esos problemas que no eran tales, mucho menos los son los que ahora nos toca enfrentar en la distancia. En una esquina de esa ciudad a la que se le da por esconderse cada tanto tras la niebla se producirá la batalla, incluso esa cortina se trasladará al interior del cuarto en él que nuestras manos cual titiriteros darán las instrucciones a las huestes elegidas en muchas ocasiones para ir a formar parte del Valhalla o un pozo oscuro en la dimensión del olvido, el sueño esmeralda dirían aquellos que no han visto la luz de la tierra de los dioses. Pero por arte de magia o al menos eso nos gusta creer estarán allí cuando alguien arme nuevamente la escaramuza, incluido el mago sanguinario escondido en la comodidad de un pabellón de torres que combinan saetas, cañones y la energía arcana. Cada cierto tiempo invoca un fénix para que le haga compañía, los orcos hartos de ver arder sus catapultas aguardan lejos la oportunidad de revolear la red para terminar con esa peste ígnea, antes de que los nigromantes vengan a alzar a sus lacayos de los restos de todos los caídos y el joven aprendiz de espíritu taurino no entienda qué fue lo ocurrido. Para colmo los brujos traen algún que otro mago famélico, él que a juzgar por la apariencia muestra un exceso de calcio al igual que magia que provoca la huida del toro olvidando la disipación, para colmo las catapultas en un ataque de heroísmo han cruzado entre medio de todo el ejército oscuro quedando nomás maderas humeantes. La horda retrocede a buscar campos de contienda un poco más amenos,  recuperando la gloria y el honor que quedaron con ese escudo arrojado al suelo cuando el dragón despejó la llanura poniéndole fin al día. Será la próxima vez, repetida la oportunidad por las últimas décadas, recordando mapas, objetos y resultados luego de los arduos entrenamientos para pulir las habilidades. Una excusa perfecta, escapar a la realidad rutinaria que nos atrapa como una bestia de las profundidades intentando que la antorcha que sostenemos ya no brille, pero el guerrero emergerá victorioso a buscar la gresca. Cuatro al oro, uno en el altar yendo luego a la mina, un peón ve la orden de salida rumbo a una madriguera, el estandarte se mueve un par de pasos a la derecha señalando la barraca, ambos a recoger madera uniéndose a la cuadrilla de trabajo compuesta de siete miembros. Jefe tauren primero preparando el pisotón, detrás de él un joven grunt que es igual a todos sus ancestros que han salidos clamando “Mi vida por la horda” rumbo a ese punto verde en el mapa, por siempre hacia la batalla.


¡Felices 25 años Warcraft!

domingo

Fragmentos del hechizo


El borrador fue un cuaderno lleno de sensaciones, luego se volvió un diario de vida que arrancaba con un viaje a lo desconocido. Al leer las crónicas nuevamente podía percibir ciertos sentimientos arraigados entre esas líneas, son como versos que parecen dormidos pero con un poco de motivación brillan incandescentemente. Ahí el óxido cae dejando ver que las palabras son las llamas de esta civilización, más fuertes que cualquier defensa armada y con la mejor potencia de fuego. La idea de cometer un error me aterra hasta los huesos, equivocarme en una fecha o un nombre me suena a fracaso pero peor es el hecho de que al otro no le genere nada la lectura de un texto. Necesariamente uno se vuelve parte de esas letras que necesitan el agua de la lectura, aparte del hecho de que alguien más con su imaginación recree la historia contada. Así el significado de la narración cambia por completo, siendo interpretada de diferentes formas y dando lugar a una obra nueva. El autor de ese primer capítulo es ahora un desconocido, los personajes se limitarían a ignorarlo mientras tratan de ver qué papel le ha sido asignado. Hacen falta creadores, legiones de ellos que empapelen los espacios vacíos y desalojen la pereza que ha reducido todo a fragmentos de sílabas. Es necesario erradicar los horrores ortográficos y las incoherencias gramaticales, ello se logra únicamente con trabajo, trabajando de forma incesante para poder pulir el método. La otra parte de la receta, no menos importante, es la lectura de cualquier fuente que implique acrecentar la riqueza del acervo lingüístico hasta que uno se vuelve una máquina de derribar muros. Las excusas para no hacer esto implicarán necesariamente una mutación aún más grande de los vocablos, convirtiéndolos en sombras de un pasado que será expuesto como mejor pero sin haber hecho absolutamente nada por evitar que el barco encalle. Así que a escribir, todos esos márgenes que quedan vacíos al final del año deben ser cubiertos, bastarán unas cuantas odas que se crucen como en un crucigrama generando un mosaico literario. Ocupando los bordes de esas boletas que se guardan indicando que hemos contribuido con el colector de impuestos aparte de detener la hemorragia hídrica que se escondió todo el invierno en un subterfugio equivalente a la napa alta. Escribiendo entre las briznas que el sol ha secado, descubriendo al rastrillar que abajo hay un mundo lleno de vida sobre el que debe brillar la luz al descubrir la creación de las letras. Dejándole un mensaje al mar en la arena, lo que hará que se apure para llegar hasta ese lugar de la playa dándole un abrazo y respondiéndonos con su canción incesante durante las noches frías en las que su voz es la única que no se detiene. Si el océano no se da prisa el viento con la ayuda del sol dejará el mensaje cubierto, hasta que finalmente una sudestada le permita al azul poder acceder a ese tesoro oculto en la arena. Hasta entonces la historia queda sepultada esperando que el manuscrito sea leído por el curioso, quien se volverá un cronista ávido del conocimiento que se encierra detrás de todas esas metáforas. Bastará con repetir el ejercicio cada mañana hasta la siguiente vez que veamos al bibliotecario o a nuestro guía ilustre en medio de esa pequeña cosa llamada librería, la que hoy ofrece tres volúmenes gratis pero nadie repara en ello. Los ojos se perderán en los mensajes que van cuadra abajo igual que la dirección de esa calle, pero no hay que dejar a un lado las esperanzas. 

jueves

Viendo - Basura - Enredadera


Viendo

Hubo un tiempo en el que uno levantaba la vista del café para ver alrededor, no concentrando la vista sólo en la inmediatez de un mensaje que ha pasado por cientos de dispositivos en una suerte de trasto gastado que no debería estar brillando bajo el sol. Cosas de estos días así que puedo ver por un instante los rostros ajenos, tomando nota de aquella existencia cansada que tras un breve descanso inicia la lectura de un texto al que la máquina le ha dejado una raya semejante a brea sobre el camino renovado.

Basura

Los nacos duelen de andar deambulando para llevar el mango, en ocasiones no alcanza con ello viendo a los bastardos llenarse la boca de promesas en tanto calculan las ganancias y los asnos aplauden habiendo cambiado lo gris por aserrín, producto de hipotecar su futuro por un momento en el que degustaron lo que les pertenece por nacimiento y los revolucionarios viven en departamentos lujosos usando un discurso viejo, vetusto, que no deja ocultar lo inútil de su existencia. Si tuvieran la manija serían tanto más peor que los otros, aunque esto no es consuelo.

Enredadera

Empecé a ver el mundo de otra manera con el paso de la vida, mientras yacía ocupado en cuestiones diarias noté el alejamiento entre las personas. Situaciones que se volvieron un estado imperturbable, palabras que ya no se pronunciaron y momentos no compartidos. Como si se tratara de criaturas extrañas simplemente vivimos en la misma tierra pero hay un abismo invisible, los puentes se han quedado para otras situaciones por lo visto. El sol de noviembre le pega a la pared descascarada, la enredadera ya hizo su trabajo sobre el muro que empieza a mostrar los signos del agrietamiento. Lo cubrió con su vegetal cuerpo drenando las fuerzas, tomando la totalidad de la humedad que en las noches le llegaba y engañándolo con una oscuridad eterna. Ya el sol no sale para ti, duerme en el olvido de esta humanidad a la que no le dejo ver sus cimientos y me alimento de la ciega creencia de que lo único importante es el hoy. No tendrán tiempo de ver estas cicatrices que te he hecho, olvidan fácil así que no existe el antes o en su caso se reduce a pedazos de instantes que pronto terminan desechados. En ocasiones alguien mira debajo de la superficie notando que la jungla verde es infinita, por supuesto que algún loco intenta tocar el ladrillo gris que vengo reduciendo a polvo hace décadas. Pero enseguida se convencen de lo inútil de la obra continuando calle abajo hacia Marano, ahí pueden decidir entre el mar o la zanja profunda llena de más tentáculos verdes que atrapan cualquier pedazo de vida que ande hundiéndose. En caso de optar por volver aquí los espero para reír en lo que hacia afuera parece un estremecimiento producto del viento.
No recuerdan nada.