lunes

Ría


Poniendo la mente en otra parte mientras el cuerpo sigue adelante, la inmensidad del viaje se presenta como una boca enorme en la que el mar penetra con olas pequeñas por el momento. Se mecen los sueños sobre la cubierta llena de vida que recorren ese tramo, luego como los cangrejos con la marea han de separarse. Dejan la playa desierta cubierta de agua que emula al tiempo que se termina, vuelta a los traslados buscando mendrugos y vino que se pica rápido, apenas fue in instante esto de asomar como las lisas para despedir al transeúnte. Tras ello el sol se pierde entre las nubes que le sirven de telón, cosa de no mostrar que sigue cobrando por la obra en otra parte ya que no le alcanza para llegar al final del mes. Un beso a los barcos que flotan esperando el momento de regresar hasta la baliza que yace abandonada, el musgo la acompaña a recibir todos esos besos que la corriente le da. Tapa con un cálido rayo los restos de las barcas que apenas son armazones de un pasado que se ha vuelto, ría, biguá y venado fundiéndose con el paisaje. Pastizal y talas emergiendo entre el barro, arenas blancas repletas de guijarros lamidos por la espuma que arriba en dotaciones pequeñas. Un sonido espanta al morador de ese lugar, apenas las voces de aquellos que se apiñan a babor para poder contemplar al último de su especie que escapa de las miradas indiscretas.

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