sábado

Warcraft (23/11/1994 - 23/11/2019)

Estamos listos, es el sábado en él que chocarán nuestras estrategias una vez más traídas por los recuerdos que al igual que la montura del guerrero poderoso es etérea y por ende todos ellos imperecederos. Los días aguardando el reencuentro de los hermanos en un plano alejado del físico, de todos esos problemas que no eran tales, mucho menos los son los que ahora nos toca enfrentar en la distancia. En una esquina de esa ciudad a la que se le da por esconderse cada tanto tras la niebla se producirá la batalla, incluso esa cortina se trasladará al interior del cuarto en él que nuestras manos cual titiriteros darán las instrucciones a las huestes elegidas en muchas ocasiones para ir a formar parte del Valhalla o un pozo oscuro en la dimensión del olvido, el sueño esmeralda dirían aquellos que no han visto la luz de la tierra de los dioses. Pero por arte de magia o al menos eso nos gusta creer estarán allí cuando alguien arme nuevamente la escaramuza, incluido el mago sanguinario escondido en la comodidad de un pabellón de torres que combinan saetas, cañones y la energía arcana. Cada cierto tiempo invoca un fénix para que le haga compañía, los orcos hartos de ver arder sus catapultas aguardan lejos la oportunidad de revolear la red para terminar con esa peste ígnea, antes de que los nigromantes vengan a alzar a sus lacayos de los restos de todos los caídos y el joven aprendiz de espíritu taurino no entienda qué fue lo ocurrido. Para colmo los brujos traen algún que otro mago famélico, él que a juzgar por la apariencia muestra un exceso de calcio al igual que magia que provoca la huida del toro olvidando la disipación, para colmo las catapultas en un ataque de heroísmo han cruzado entre medio de todo el ejército oscuro quedando nomás maderas humeantes. La horda retrocede a buscar campos de contienda un poco más amenos,  recuperando la gloria y el honor que quedaron con ese escudo arrojado al suelo cuando el dragón despejó la llanura poniéndole fin al día. Será la próxima vez, repetida la oportunidad por las últimas décadas, recordando mapas, objetos y resultados luego de los arduos entrenamientos para pulir las habilidades. Una excusa perfecta, escapar a la realidad rutinaria que nos atrapa como una bestia de las profundidades intentando que la antorcha que sostenemos ya no brille, pero el guerrero emergerá victorioso a buscar la gresca. Cuatro al oro, uno en el altar yendo luego a la mina, un peón ve la orden de salida rumbo a una madriguera, el estandarte se mueve un par de pasos a la derecha señalando la barraca, ambos a recoger madera uniéndose a la cuadrilla de trabajo compuesta de siete miembros. Jefe tauren primero preparando el pisotón, detrás de él un joven grunt que es igual a todos sus ancestros que han salidos clamando “Mi vida por la horda” rumbo a ese punto verde en el mapa, por siempre hacia la batalla.


¡Felices 25 años Warcraft!

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